Máquina expendedora que produce su propio alimento

Cada vez es más frecuente la simbiosis entre arte y ecología. Formas de expresión con reivindicaciones ambientalistas o como protesta por el maltrato animal o la contaminación que genera el ser humano. Algunas de estas obras, además de expresión artísitica se convierten en ejemplos de un nuevo modo de vida, más sostenible, se entiende. Es el caso del proyecto Haberland, del colectivo BlablabLAB, que componen Jordi Bari, Raul Nieves y Gerard Rubio, y tiene su base de operaciones en Barcelona.

Haberland es una extraña máquina expendedora de un producto compuesto de tejido celular potencialmente apto para el consumo humano. En cristiano, microalgas comestibles. Para generar el alimento usa como fuente de energía la luz solar y la fuerza del viento. Y como nutriente, y aquí viene lo más curioso, orina humana. No es la única forma de reciclar la orina del ser humano.

El nombre del proyecto es un homenaje al botánico austriaco Gottlieb Haberlandt, que, en 1936, investigó el cultivo de tejido celular fuera del organismo. Según sus diseñadores, es capaz de generar tres tipos diferentes de aperitivo que satisfacen entre un 10 y un 20% de las necesidades nutritivas diarias de una persona.

En cuanto al diseño, tanto la estructura interna como la externa son transparentes. En primer lugar, porque es necesario que entre la luz del sol para generar el alimento, pero también por motivos pedagógicos. De este modo se puede observar cómo funciona la máquina, pudiéndose comprobar los mecanismos relacionados con la vida.

El material biológico que se usa en la máquina expendedora de alimento es de origen natural y de fácil obtención. El usuario podrá elegir uno de los tres aperitivos, que será expedido de dos formas, a través de lo que han llamado vía biorreactor-encapsulador y vía solución nutritiva-biorreactor. Todo el material es de origen natural y no transgénico. De momento, no se recomienda su uso. Así que nos quedaremos con la parte artística del invento.

Parece algo sacado de una película futurista. Pero, al paso que vamos, tampoco sería de extrañar que finalmente se usara para alimentar a parte de la población de este planeta.

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