Los perros ayudan a las personas de muchas maneras, también en el ejército. Las palomas han sido usadas para mandar mensajes en mitad de una contienda. Pero, ¿un oso a las órdenes de un cabo? Así es. Ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército Polaco expulsado de su propio territorio comenzó a luchar junto a los Aliados contra las Potencias del Eje.
En 1942, de camino a Egipto y Palestina, el ejército polaco se cruzó con un joven pastor que tenía un cachorro de oso pardo huérfano (quizá la madre también fue víctima de la guerra). Los soldados lo compraron por algo de comida en conserva. Lo llamaron Wojtek, el que disfruta de la guerra.
El oso se convirtió inmediatamente en la mascota de los soldados. Pero fue mucho más que una mascota. Para unos soldados que habían perdido todo, incluido su país, era una forma de reforzar su moral. Así, Wojtek se convirtió en miembro oficial del pelotón de transporte 22, División de Artillería.
Wojtek comía, en sus primeros años, leche condensada. Después, los soldados tuvieron que darle de comer fruta, miel y jarabes. Como no había ningún experto cuidador, ni tiempo, ni recursos, finalmente lo trataron como a uno más, dándole las raciones de lo que ellos mismos comían, también de cerveza. Curiosamente, le encantó la bebida. También comenzó a fumar. A pesar de no llevar una alimentación sana, Wojtek creció hasta casi dos metros de alto y más de 200 kilogramos de peso.
Wojtek jugaba con otras mascotas del ejército. Sobre todo con un dálmata que pertenecía a un oficial británico. Pero no todos los animales se llevaban bien con el oso: los caballos y las mulas le temían y Wojtek se llevó alguna coz.
En Palestina, Wojtek ayudó a capturar a un ladrón. Éste entró a robar munición y se encontró con el oso, que dormía allí. El susto que se llevó fue tan grande que alertó a los soldados. Wojtek fue recompensado con una botella de cerveza.
En 1944, en Egipto, donde el pelotón tenía que embarcar para la invasión de Nápoles, las autoridades portuarias se negaron a que el oso subiera a la nave. Pero como tenía la documentación en regla (rango y número de soldado) e, incluso, saludaba como un soldado, se le permitió subir al barco.
Wojtek se convierte en un héroe
Por fin, en la batalla de Monte Cassino, Wojtek demostró que podía ayudar como un verdadero soldado, llevando cajas llenas de granadas de mortero de los camiones a los hombres en la línea del frente. Después de la batalla, se homenajeó a Wojtek creando una insignia oficial para el pelotón de transporte 22: un oso llevando una bomba entre sus brazos.
Wojtek acabó con el resto de su pelotón en Berwickshire, Escocia. Los compañeros que partían a sus casas lo hacían con el corazón roto por separarse del gran oso. Wojtek acabó sus días en el zoológico de Edimburgo. Sus cuidadores decían que si escuchaba a alguien hablar polaco, se animaba.
Wojtek murió en diciembre de 1963, a los 22 años de edad.