En lugar de granjas, laboratorios. Tal será el lugar donde crecerán los pavos, si bien lo harán por partes, en forma de carne artificial. Eso sí, sabrán delicioso, será más barato y, obviamente, evitaremos la crueldad animal.
Un triple regalo con sabor a pavo, y a Navidad, que llegará dentro de unos años. En poco más de una década, a juicio de Paul Mozdziak, investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, cuyas declaraciones al MIT Technology Review pronostican un futuro auge de la carne cultivada entre probetas.
Gastronomía baja en carbono
Según ha explicado a la mencionada publicación, en poco más de diez años los pavos se cultivarán a escala, en tanques de 19.000 litros como actividad normal de los laboratorios:
Dentro de unos años, cuando la gente esté en el supermercado tendrá que decidir si quiere comprar pavos tradicionales o carne cultivada. Estoy seguro al ciento por ciento de que la carne cultivada va a ser mucho más económica.
Básicamente, se nos planteará la tradicional duda de si elegir carne o pescado, el típico atún, salmón, cordero o pavo, con la respectiva variante artificial. Pero no debemos llevarnos a engaño, porque ser diferente no implica una menor calidad o mayor amenaza para la salud.
Muy al contrario, la carne artificial se diseña cuidando sus aspectos nutritivos en extremo, con el fin de que incluyan más beneficios nutricionales que las naturales. Sobre todo, a nivel de grasas y, en fin, de todo aquello que se considera poco saludable en las carnes.
En especial, cuando éstas son rojas. Asímismo, la carne cultivada en el laboratorio reduciría tanto el consumo de carne de granja como recursos. Unas ventajas que contentan a animalistas, ecologistas y defensores de una política baja en carbono, sean o no activistas.
Teniendo en cuenta la transición hacia una sociedad baja en carbono que se avecina, dentro del marco del Acuerdo de París, la cocina baja en carbono es unas de las gastronomías del futuro y, cómo no, la carne de laboratorio está llamada a tener un papel protagonista.
Por lo pronto, sin embargo, sigue avanzándose en el cultivo de carne de distinto tipo, a día de hoy enfocando el producto en la emulación de la carne que conocemos. Básicamente, las carnes blancas de ave o la carne roja, buscando no solo un sabor y aspecto similares, sino también la textura.
Es decir, se busca la sustitución, con el doble fin de satisfacer a veganos que añoren la misma a nivel psicólogico o la precisen por sus cualidades nutritivas, pero sobre todo para conquistar a la gran mayoría de la población.
Los científicos saben que convencerlos significa, sobre todo, ofrecerles un producto muy similar, que además resulte más asequible y también saludable. Y en ello están.
Las declaraciones de Mozdziak vienen al hilo de estos primeros intentos, por otro lado con resultados realmente prometedores. Por lo general, son intentos llevados a cabo por start ups biotecnológicas, impulsados por mentes entusiastas.
Son primeros pasos que, cuando se difunden en la red, adquieren una dimensión viral, pues son iniciativas muy oportunas por muy diferentes razones. Entre otras, da una respuesta al problema de recursos alimentarios al que se enfrenta la humanidad.
No olvidemos que la seguridad alimentaria peligra a pasos agigantados, de forma paralela al aumento de la población a nivel mundial. A su vez, las voces animalistas están empezándose a oír más que nunca, y la razón no es otra que el apoyo social que empiezan a encontrar.
Por último, la carne artificial permite ahorrar recursos de gran importancia ambiental. Entre otros, el agua, energía y, por otro lado, ayudan a reducir las nefastas emisiones de gases de efecto invernadero.
De hecho, las emisiones que genera la ganadería son significativas, y su reducción es siempre una noticia verde que celebrar. Asímismo, la producción de carne artificial tiene un gran potencial como negocio millonario.