Pese a ser un gran desconocido, el aceite de cartamo tiene un sinfín de aplicaciones en la cocina, la cosmética y en el campo terapéutico. Su alto contenido en vitamina E lo convierte en un aceite con gran capacidad antioxidante que nos beneficia de muy distintas formas, ya sea consumido o aplicado exteriormente.
Antes de realizar ningún uso, asegurémonos de que el producto es orgánico y descartemos el aceite de cártamo sometido a procesamientos químicos para su elaboración. La mejor opción es elegir marcas que hagan constar que la producción ha sido natural con sus debidos certificados de su procedencia ecológica.
Cuidar la piel con aceite de cártamo nos aporta hidratación y regeneración gracias a su textura nutritiva y a su riqueza en vitamina E, con el resultado de calmarla y repararla. Incluso podemos encontrar jabones o champús que lo contengan o, si nos animamos, estaría bien hacerlo nosotros mismos para así controlar su composición.
La aplicación más común se relaciona con dermatitis, eccesmas y pieles resecas, dañadas por el viento o el sol, entre otras propiedades medicinales como actuar contra el estreñimiento, los problemas circulatorios o el reuma. En todo caso, sus usos terapéuticos debemos consultarlos con un especialista en medicina natural o con nuestro médico de cabecera.
En la cocina
Como ingrediente culinario, el aceite de cártamo suele utilizarse para aliñar, preparar salsas, saltear y hornear, si bien es más saludable su consumo en crudo o, en todo caso, sin someterlo a altas temperaturas. La razón no es otra que la pérdida de buena parte de sus elementos, que al calor acaban volatilizándose.
Este aceite vegetal obtenido de forma ecológica es, en suma, una interesante alternativa a otros aceites para un sinfín de usos y aplicaciones, si bien tenemos que tener en cuenta que se hace rancio con bastante facilidad al contacto con el aire.