La miel de abejas, orgánica preferentemente, es un tesoro cosmético que nos ayuda a cuidar la piel de forma natural. Sin embargo, pese a sus propiedades humectantes y equilibrantes se pueden producir casos de alergias que la enrojezcan, por lo que antes de utilizarla conviene realizar un test aplicando una pequeña cantidad para comprobar nuestra tolerancia.
Una vez aplicada, estaremos de enhorabuena si transcurridos unos minutos no observamos reacciones anómalas (sarpullidos o inflamación), lo que significa que podemos beneficiarnos de sus propiedades cosméticas.
Tenemos tres opciones para utilizarla, bien de forma natural, directamente, formando parte de una fórmula casera o buscándola como ingrediente en cosméticos comerciales. En general, siempre que el resto de ingredientes sean naturales, los resultados serán similares.
Mascarilla de belleza
Utilizada directamente, la miel es de por sí una fabulosa mascarilla que podemos extender en el rostro (evitando el contorno de los ojos) y en el resto del cuerpo para obtener un extra de elasticidad.
Mezclada con productos como yema de huevo, yogur y aceite de almendras reforzaremos su poder nutritivo y regenerador, si bien podemos idear fácilmente nuestra propia fórmula para obtener el resultado que más nos convenga, desde la regeneración hasta una simple limpieza o nutrición.
Si deseamos equilibrar una piel mixta o grasa, aplicar con unas gotas de zumo de limón o arcilla verde, siendo más apropiada la mezcla de miel y yogur si la piel es normal o seca. Como tratamiento de belleza, aplicaremos una mascarilla diaria durante diez días.
El tiempo de aplicación aconsejado ronda los diez minutos, aunque intensificaremos el efecto si lo prolongamos durante media hora, pero tampoco esperemos milagros como antiarrugas. Como mucho, lograremos una hidratación que las suavizará ligeramente. También se recomienda para pieles con imperfecciones como el acné.