Con el nacimiento y auge de lo ecológico desde los años 70, surgió también el término del «eco-turismo» que, básicamente, se refiere a un tipo de turismo enfocado a la sostenibilidad del medio. Actualmente, es un negocio floreciente que ayuda a preservar el entorno.
La sostenibilidad significa tanto no polucionar como fomentar la preservación del entorno y su disfrute como tal, entendiéndolo como un hábitat con valores ambientales y también económicos.
Potenciar la economía local
Dentro de la «ética» de preservación se busca proteger las economías locales para que la riqueza que genera ese enclave y su turismo beneficie en la medida de lo posible a las comunidades del entorno. De este modo, se promociona la economía local y al tiempo se evitan prácticas que puedan esquilmar la naturaleza, como la caza, el tráfico de animales o, por ejemplo, la reducción del hábitat mediante la deforestación de plantaciones ilegales.
Que una multinacional ofrezca un servicio turístico ecológico, por ejemplo, en principio no se podría considerar una opción eco-turística. Solo cuando éste se ofrece a través de empresas que tengan una estructura y funcionamiento que responda a esa filosofía de promoción de la economía local.
Sin embargo, también hay que decir que el concepto de eco-turismo no tiene por qué ser tan estricto. Si nos basamos en la definición que da la Sociedad de Eco-Turismo con sede en Vermont, Estados Unidos, puede considerarse eco-turismo «el viaje responsable que realiza un turista a áreas naturales, en un marco de preservación del entorno y la mejora del nivel de vida de las comunidades visitadas».
Si, por un lado, pone el acento en la actitud eco-responsable del viajero, por otro solo señala que el turismo como actividad debe suponer una mejora del nivel de vida de quienes la visitan. Una definición muy flexible, que permitiría diferentes fórmulas de explotación, entre las que además de las cooperativas o pequeñas empresas tendrían cabida otras de mayor tamaño.
Disfrutar sin molestar
Si acudimos a la definición de eco-turismo de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), descubriremos que también es esencial que ese comportamiento «ambientalmente responsable» incluye no ser invasivos. Muy al contrario, se apuesta por un turismo que no moleste para preservar el entorno y, a su vez, el único modo de «disfrutar, apreciar y estudiar» la Naturaleza. De hecho, es ésta la que lo sustenta.
Tengamos en cuenta que la UICN entiende que más allá de los paisajes de postal, el eco-turismo incluye el atractivo de la flora y fauna silvestre, así como cualquier riqueza cultural que involucre a las poblaciones locales.
Coincidiendo con otras muchas definiciones de eco-turismo, el objetivo del eco-turista no es solo viajar, alojarse y disfrutar de su viaje con el mínimo impacto ambiental, sino también saciar su sed de Naturaleza. En este sentido, conocer los entornos naturales como fin en sí mismo sería un ingrediente fundamental del eco-turismo.
Eco-turismo: todos salen ganando
Con el eco-turismo se beneficia el planeta, la comunidad local y el viajero. Cada una de las partes obtiene lo que necesita: sostenibilidad ambiental, ingresos económicos y un viaje eco-responsable que nos descubre la Naturaleza en todo su esplendor, respectivamente.
A su vez, teniendo en cuenta que el turismo es una de las actividades que más contribuyen al avance del cambio climático, el eco-turismo se revela como una tabla de salvación para intentar conjugar el gusto por los viajes que demanda la sociedad con una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Los proyectos eco-turísticos no dejan de ser un negocio, pero su planteamiento debe primar los aspectos señalados. Ello se refleja en un sinfín de aspectos prácticos, como instalaciones respetuosas con el medio ambiente, energías renovables, formación de los trabajadores locales, concienciación del viajero para que sus vacaciones tengan un reducido impacto ambiental.