¿Vivirías en un vagón de tren, con ruedas incluidas? Dicho así, de sopetón, salvo que nos dirijamos a trabajadores del circo, difícilmente recibiremos una respuesta positiva. Sin embargo, la cosa cambia, y mucho, cuando su reciclaje los convierte en viviendas sostenibles que además reúnen todo tipo de comodidades.
Vivir en un vagón tiene mucho de anécdota, qué duda cabe, pero sobre todo se trata de una alternativa más para elegir un lugar donde vivir.
Sobre todo ahora que están de moda las casas modulares, el reciclaje y la sostenibilidad, adaptar un viejo vagón ha dejado de ser una rara iniciativa.
Así son las casas vagón
Todo comienza con la compra de vagones desahuciados. Son las mismas compañías ferroviarias las que los ofertan en distintos puntos del mundo. Por lo tanto, el primer paso es trasladarlos hasta el punto donde van a sufrir la adaptación.
Luego, podemos hacer con ellas la rehabilitación y reformas que creamos conveniente, siempre teniendo en cuenta que el objetivo es vivir en él. Por lo tanto, es una opción al alcance de cualquiera que se lance a la aventura.
Si no queremos correr riesgos, una de dos: optamos por solicitar la ayuda de distintos tipos de profesionales (técnicos que la adapten a nivel higiénico sanitario y de confort) o encargarla a empresas especializadas, como la firma española Wagonstill.
Casi una década lleva Wagonstill recuperando vagones que compañías como Renfe han desechado, para transformarlos en casas de entre 24 y 34 metros cuadrados. Desde entonces, la demanda ha aumentado, pero sigue siendo algo factible.
Mientras siga habiendo vagones desechados, tendremos la posibilidad de hacerlo. ¿Pero, el resultado realmente vale la pena? A nivel económico, Wagonstill los hace por unos 40.000 euros, y desde un enfoque ambiental se trata de una vivienda eco-amigable.
El simple hecho de ser reciclada la convierte en una casa ecológica, pero solo en parte. Si además orientamos su rehabilitación desde un punto de vista sostenible, ganaremos puntos verdes.
¿Que nuestro objetivo es sumar muchos más? El puntaje ecológico hará sonar la campana como en una feria si además apostamos por las energías renovables para el día a día.
Las posibilidades son tantas como pueda tener una vivienda bioclimática: energías limpias como la solar, geotérmica, mini hidráulica o eólica, incluyendo su ubicación y creación de jardines estratégicos para lograr eficiencia energética.
Ya puestos, incluso podemos instalar un aislamiento interior y, a nivel externo, atrevernos con una cubierta verde. Y, por supuesto, al poderse trasladar el impacto ambiental será mínimo.
Alojamiento hotelero
Además de ser vivienda habitual, vivienda anexa o segunda vivienda, ideal para disfrutar de la Naturaleza, los vagones de tren reciclados son un reclamo que el sector hotelero no ha dejado escapar.
En Tibi, Alicante, la Casa del Mundo ofrece una casa rodante como alojamiento. Su punto fuerte es el entorno idílico en el que se encuentra, fácil de disfrutar incluso desde el interior del vagón.
Sus numerosas ventanas y la misma forma rectangular ayudan, qué duda cabe. O, por ejemplo, el Alojamiento Vagón Rural, en Murcia, también se puede disfrutar de unos vagones de los años 50 en un entorno verde.
Por último, Railholiday es otra opción similar, esta vez en la británica región de Cornwall. En todos los casos se suelen ofrecer excursiones y otras actividades para mejorar la experiencia.
Eso sí, la mejor manera de completarla es agenciarnos un vagón e ir a por todas para convertirlo en una casa verde con encanto, en la que no nos falte de nada, salvo la hipoteca, a ser posible. ¿Te atreverías? Y, por supuesto, no deja de ser una idea de negocio sostenible y muy creativa.