Reciclar los libros escolares por ley


Más que reciclar, deberíamos decir reutilizar, pero al margen de terminologías, lo cierto es que dar más de un uso a los libros de texto está siendo casi la única tabla de salvación para las familias que tienen grandes dificultades económicas para costear a sus hijos la vuelta al cole. Una acuciante necesidad que está haciendo prosperar una recogida de firmas para demandar el reciclaje de libros en los colegios mediante una proposición no de Ley.

La iniciativa ha sido de una madre que ya ha reunido 200.000 firmas. Elena Alfaro, madre de dos hijas en edad escolar, empezó hace ahora un año su batalla personal recurriendo a la plataforma digital change.org con gran éxito. Su petición tuvo tal acogida en la red que en el mes de septiembre pudo registrar en el Ministerio de Educación 94.000 firmas de apoyo, y desde entonces ha doblado la cifra en un suma y sigue que no se detiene.

Pendiente de debate

Sin embargo, no ha logrado demasiada respuesta por parte de los políticos. Al menos, no la obtuvo hasta que redactó su propia propuesta de enmienda a la Ley de Presupuestos Generales del Estado e hizo que la recibieran todos los grupos parlamentarios. Sólo entonces hubo algunas reuniones, de las que sólo UPyD recogió su propuesta en proposición no de ley todavía pendiente de debate.


Se obtengan más o menos resultados a nivel normativo, desde hace unos años se han llevado a cabo numerosos programas de reutilización en centros escolares como una decisión conjunta de la dirección del centro y de las asociaciones de padres, por lo que si cunde el ejemplo, no todo estaría perdido.

Con este tipo de iniciativas, no sólo se acaba con el irracional gasto de libros por alumno cada año, sino también con el despilfarro de recursos naturales que ello supone, aunque el gesto ambiental no esté entre las reivindicaciones de los padres en apuros. Ni falta que hace, en realidad, porque este efecto no buscado de la creación de bancos de libros usados es ecológico, y eso es ya todo un logro. No buscado, pero de gran valor, igualmente, pues también se educa en sostenibilidad. Además, por doble partida, ya que cuidar un libro es aumentar su valor ecológico.

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