La recogida de agua de lluvia es una de las opciones más socorridas y a la par efectivas para practicar una jardinería más sostenible. Pero no solo eso, porque el agua es un recursos básico para la vida que tiene otros muchos usos en los hogares, y en muchas ocasiones.
En efecto, ya sea por falta de agua potable o porque se quiere sacar el máximo partido al agua de lluvia para ahorrar y ahorrarle al planeta un derroche innecesario, recogerla recurriendo a diferentes métodos puede ser una idea estupenda.
Pros y contras de ambos métodos
En este post vamos a ver los pros y los contras del uso de la cisterna o del barril para almacenar agua. Si bien en muchos casos es cuestión de preferencias personales, hay una serie de factores que pueden ayudarnos a optar por uno o por otro.
En primer lugar, es clave considerar el volumen de agua promedio que puede ofrecernos un determinado lugar. Aunque la climatología es imprevisible, existen pautas que se repiten de forma aproximada. Igualmente, será importante tener claro qué uso vamos a darle al agua. No puede comprarse un uso mínimo para regar algunas plantas que no precisen sino un riego mínimo o medio que mantener un césped, un huerto de regadío o llenar una piscina, estanque o abastecer una vivienda de agua.
Al margen de que los usos más intensivos precisan de una buena cantidad de agua que solo puede proporcionar un clima muy húmedo sumado a unas instalaciones realmente capaces, valorar tanto la pluviosidad como los objetivos nos indicará qué método será el idóneo.
Por lo general, los barriles abarcan menos espacio y solucionan problemas de pequeña envergadura. Es decir, si llueve muy poco quizá recoger agua de lluvia no sea una opción factible, por lo que no será necesario complicarse con unos u otros métodos. O quizá sí, pues las lluvias torrenciales que se producen de forma muy puntual permiten almacenar una buena cantidad de agua, si bien la infraestructura debe estar ahí para aprovechar esas trombas de agua.
En este punto, lógicamente, es importante valorar la necesidad del agua de esa vivienda o parcela en concreto para decidir si nos interesa o no realizar una pequeña o no tan pequeña inversión. Solo si nos resulta rentable a nivel económico o de comodidad podría ser una buena decisión a nivel personal y, por supuesto, también ambiental.
El espacio disponible es otro elemento a considerar. Como es bien sabido, las cisternas pueden ser subterráneas o externas. Tanto lo estético como la disponibilidad de espacio pueden decidirnos a optar por una u otra modalidad o también por los barriles. No olvidemos que éstos pueden tener muy distintas capacidades o que, por ejemplo, las cisternas flexibles constituyen una interesante opción que incluso admite su trasladado y pueden esconderse.
Por otra parte, el presupuesto también debe tenerse en cuenta. Sobre todo, será conveniente instalar una cisterna con sistema de depuración de agua cuando queramos darle una utilidad similar a la del agua sanitaria. En este caso, la inversión está justificada, pero no siempre se cuenta con el resto de factores a favor para decidirnos por ella.
Y, en todo caso, las aguas que se usan como alternativa al agua potable exigen realizar análisis previos para asegurar la salubridad de la misma. Como último consejo, no dudemos en informarnos sobre las innovaciones tecnológicas a la hora de optar por una u otra opción, pues las invenciones son constantes y en algunas ocasiones puede ocurrir lo impensable. No sería la primera vez que un pequeño detalle o matiz pueda convertir una alternativa que habíamos descartado en la opción idónea.