Los taiwaneses no comerán más carne de perro o de gato. No al menos, sin vulnerar la ley que se votó el 12 de abril, bajo la presión de los defensores de los animales, una prohibición pionera en Asia.
El consumo de carne de perro y de gato ha sido prohibido por el Parlamento, pero la prohibición va más allá de que los perros y gatos acaben en los platos de los taiwaneses. También se penaliza la compra o posesión de carne, bajo pena de prisión y elevadas multas.
Tradición prohibida
La Ley para la Protección de los Animales, que ha sido revisada y entrará en vigor a finales de abril, impone una multa de casi 8.000 euros (250.000 dólares taiwaneses) por comer esta carne, y de casi 62.000 euros (dos millones de dólares taiwaneses) por crueldad animal o por sacrificarlos, y del doble para los reincidentes, además de elevarse la pena de prisión a los dos años.
Como es sabido, el consumo de carne de perro y gato es tradición en Taiwan desde hace decenios, si bien ahora está menos extendido que antaño. Aun así, se trata de una situación dramática que tenía a la opinión pública a su favor. La mayor protección se ha conseguido tras una serie de sucesos que han puesto de manifiesto el maltrato a los animales, creando una mayor conciencia de la necesidad de una legislación protectora.
Fue sonado el caso de unos soldados que torturaron a un perro vagabundo extrangulándolo hasta la muerte con una cadena de hierro. Un suceso que provocó manifestaciones ciudadanas en una sociedad cada vez más sensibilizada gracias a la difusión de estos casos y al aumento de perros y gatos como mascotas.
Por último, la matanza de perros más conocida se celebra en China, durante el festival de la carne de perro de Yulin. Una «celebración» que, si la presión de los animalistas sigue cosechando éxitos, podría acabar prohibiéndose antes de lo esperado.