Cuidarse las uñas significa mantenerlas limpias y también bonitas, si bien la estética puede ser muy variada e ir desde un aspecto natural, o quizá con un poco de brillo, hasta aplicar el típico pintauñas. Además, es importante mantenerlas hidratadas y protegerlas de las agresiones producidas por actividades diarias o por la exposición al frío, al calor, al viento…
Se trata, en efecto, de realizar una serie de gestos para aunar un cuidado personal básico con un aspecto que vaya con nuestra personalidad. ¿Pero, cómo hacerlo ecológicamente, sin sufrir los desagradables e insanos efectos de los productos químicos? No es fácil, es cierto, pero tampoco imposible. En este post te damos ideas prácticas para ponértelo más fácil.
Limpiar, limar, hidratar y pintar
Nuestro objetivo será tener unas uñas bien cortadas, limpias y que se vean fuertes y sanas, prestando una especial atención al su contorno, preveniendo la aparición de padrastros y cuidando las cutículas, una fina capa de piel que rodea la uña y tiene una función protectora frente a infecciones.
Además, cómo no, queremos que esas uñas en ocasiones o de forma regular puedan pintarse con pintauñas de colores o simplemente con un barniz que les aporte brillo, en todos los casos recurriendo a productos (pintauñas y disolventes) que no abusen de los productos químicos, especialmente sin el famoso trío de tóxicos: el tolueno, el formaldehído y los ftalatos. Y, para poner la guinda al pastel, lo suyo sería que el planeta sufriera el menor impacto ambiental posible.
A la hora de lavar las manos es importante utilizar un cepillo de uñas para mantenerlas limpias, si bien previamente habremos hecho la manicura. Para conseguir los mejores resultados, usemos de forma estratégica una lima que combine una parte de grano grueso y otra para el grano fino.
En las manos limaremos siguiendo una forma redondeada, y en los pies recta. También podemos usar las tijeras y luego afinar con la lima, que por el envés debería tener un revestimiento pensado para pulirlas y lustrarlas. De este modo, conseguiremos darles brillo sin necesidad de aplicar ningún barniz.
La hidratación tampoco puede descuidarse. Nutramos las uñas introduciéndolas en aceite vegetal, entre otros el aceite de oliva o el aceite de almendras dulces. Este tratamiento también nos ayudará a aportarles un extra de brillo. Y, cómo no, es esencial nutrirlas por dentro. Es decir a través de una dieta que fomente la producción de queratina, sin que falten las vitaminas del grupo B, la proteínas y los minerales, sobre todo el hierro y el zinc.
Pintar las uñas o darles un toque de brillo con fórmulas no químicas puede resultar complicado. Sobre todo, si recurrimos a productos «naturales», una etiqueta que no deja de ser puro marketing. En todo caso, comprobemos que no lleva los tres ingredientes apuntados en líneas anteriores.
Idealmente, cómo no, es clave no confiar en los reclamos que aluden al «origen natural» de la mayoría de sus componentes, pues ello no garantiza la inocuidad. Ni mucho menos, pues el pequeño porcentaje restante casi con toda probabilidad será una composición no exenta de toxicidad.
Tampoco nos fiemos de los precios, pues tanto los pintauñas convencionales baratos y caros incluyen suelen incluir ingredientes tóxicos, y tengamos en cuenta que no solo las uñas son porosas, sino que además en su aplicación toca la piel de alrededor y muchas de sus moléculas son volátiles, por lo que entran en nuestro organismo a través de la inhalación. Además de poder afectar a nuestra salud polucionan el planeta.
Los disolventes, conocidos como quitaesmaltes, también nos afectan por contacto y a través de la inhalación. Tanto en uno como en otro caso, busquemos productos ecológicos, con su correspondiente certificado. En el caso de los quitaeesmaltes se componen de alcohol y aceites esenciales que son menos polucionantes y tóxicos que los productos tradicionales.