Con relativa frecuencia, los pequeños gestos marcan la diferencia en el cuidado del entorno y el aprovechamiento de la energía. En esta ocasión, nos centramos en una tarea concreta del hogar: planchar la ropa. ¿Cómo reducir el gasto energético durante el proceso?
1. Prioriza el uso y la compra de aquellas prendas que no se arrugan
La innovación existente en el sector textil muestra la propuesta de valor de aquellos tejidos que no se arrugan. Una ventaja a valorar en la ropa de vestir y en los textiles del hogar.
2. Planifica la sesión de planchado
Por ejemplo, completa el proceso cuando tengas varias tareas pendientes. Planifica el momento para evitar la improvisación en la realización de la tarea.
3. Guarda cuidadosamente las prendas después de la colada
Hasta el momento en el que planches las prendas, también es recomendable que cada pieza esté colocada cuidadosamente en una posición que no añade más pliegues o arrugas en el tejido. En realidad, la planificación del planchado conecta con otras muchas acciones que repercuten en el cuidado de la ropa. Evita todos aquellos gestos que, incluso desde el lavado, dejan su huella en el tejido. Por ejemplo, no cargues la lavadora con un exceso de ropa.
4. Análisis de necesidades y orden: organiza las prendas
Por ejemplo, el calor que queda en la plancha cuando el dispositivo ya está apagado se convierte en una fuente residual que resulta esencial para alisar aquellas prendas que no requieren un planchado profundo. De este modo, el uso de la plancha puede prolongarse más allá del momento en el que se apaga.
5. Elige una plancha que se adapta a tu rutina y necesidades
Aunque es una rutina habitual en los hogares, adquiere matices concretos en cada casa en función de la frecuencia, tipo de ropa, número de miembros de la familia… En consecuencia, elige una plancha que se adapte a tus necesidades.