Las algas no sólo son un ingrediente fundamental en las dietas macrobióticas. Su popularidad las ha convertido en un alimento cada vez más habitual en ensaladas y en platos de todo tipo. Sin embargo, únicamente un reducido número de especies de las más de 24.000 que se conocen son aptas para la alimentación humana o se utilizan con fines medicinales.
Además de las celebérrimas algas japonesas, también hay otras que proceden de la zona atlántica, como el espagueti de mar, el musgo irlandés o las llamadas fucus, si bien todas ellas tienen en común ser unas saludables verduras marinas.
Al tremendo poder nutricional de las algas, uno de los grupos de alimentos con más valores nutricionales que existen, se le suma su riqueza en energía solar, pues almacenan energía luminosa (biofotones) que se transmite a nivel celular a nuestro cuerpo para dotarlo de una mayor vitalidad.
Adelgazar y purificarse
Las algas contienen sales minerales, vitaminas, minerales, proteínas y oligoelementos a cambio de muy pocas calorías y de gran poder saciante al contener fibra y aumentar de tamaño cuando entran en contacto con el agua o con cualquier otro líquido, lo que las convierte en alimentos diez también en dietas de adelgazamiento.
Por otra parte, contienen gran cantidad de proteínas vegetales sin grasas saturadas y altamente digestivas (un 95 por ciento, frente al 20 por ciento de la carne, por ejemplo), sin rastro de hormonas de síntesis, antibióticos, etc., aunque también es ciero que dependiendo del lugar donde se cosechen podrían haber sufrido más o menos contaminación.
También mencionaremos el ácido algénico como elemento de las algas que ayuda a purificar el organismo eliminando metales pesados y otras impurezas o toxinas.
La importante presencia de yodo en las algas las hace poco recomendables, incluso desaconsejadas, para personas con problemas de tiroides o en el sistema nervioso. Igualmente, el sodio que contienen las algas marinas debe tenerse en cuenta en personas con hipertensión, existiendo la alternativa de las algas de agua dulce, como la espirulina. En todo caso, la consulta con el médico especialista nos orientará sobre éstas y o tras cuestiones que susciten nuestras dudas.