La naturaleza se convierte en nuestro gran aliado para combatir el estrés. Nos brinda una cura eficaz sin efectos secundarios, simplemente sumergiéndonos en ella, a través de su contacto. Además, los aceites esenciales orgánicos son concentrados de esa magia que atesora la naturaleza vegetal, obtenida de las flores, las hojas y las raíces hasta los frutos o la misma corteza de las plantas.
Ya sea aplicándolos solos o combinados, los aceites esenciales con propiedades relajantes pueden ayudarnos tremendamente a calmar la ansiedad y a combatir el insomnio y, en fin, esa sensación de prisa, uno de los grandes males de nuestro tiempo.
Como es bien sabido, aromatizan con sus sustancias fragantes y tienen propiedades curativas, sin olvidar que uno de los puntos fuertes de los aceites esenciales es su gran virtud para relajar a través de la inhalación. Por ejemplo, si queremos acabar con el insomnio podemos aplicar unas gotas de ylang ylang o de sándalo a la almohada o el el mismo pijama.
Propiedades sedantes y equilibrantes
Son muchos los aceites esenciales que pueden servir a nuestro propósito, y lo mismo cabe decir de sus equivalentes en forma vegetal, ya sea en forma fresca o secando previamente las hierbas, a ser posible procedentes de cultivo ecológico.
El aceite de espliego, por ejemplo, se obtiene de su flor, y será de gran ayuda para relajarnos con un masaje, mezclándolo con el agua del baño o inhalándolo. Si nos sentimos tensos, la bergamota y el enebro ayudarán a acabar con el cansancio y a disminuir la ansiedad.
El geranio también es relajante y antidepresivo, mientras la lavanda ha demostrado su eficacia para relajar y ayudar a dormir, lo mismo que la mejorana. O, sin ir más lejos, el aceite esencial de rosa o la salvia son sedantes e inductores del sueño.
El sándalo, el vetiver y el ylang ylang son sedantes, ayudan a olvidar el estrés y a aparcar la ansiedad, el insomnio y la fatiga mental. Para estimular y calmar al tiempo, por último, el aceite esencial de mandarina es ideal.
Cómo aplicarlos
La aplicación de los aceites esenciales puede ser de muy distintas formas. La simple inhalación, sólo con abrir la botellita y acercarnos para aspirar lentamente, es ya efectiva. Sin embargo, respirar una atmósfera en la que sus principios activos puedan inhalarse durante mayor tiempo será más eficaz.
El baño es una ocasión perfecta para ello. Simplemente echaremos varias gotas sobre el agua tibia y tomaremos el baño alrededor de media hora. Además de respirar su aroma y hacer llegar sus sustancias a nuestro torrente sanguíneo, nutriremos nuestra piel y le daremos un sugerente olor.
Echar unas gotas en la ropa, en las sábanas o en un pañuelo y olerlo es otra manera de aprovechar sus propiedades. O, por qué no, unas pocas gotas en agua hirviendo nos proporcionará un vapor que vendrá muy bien para hacer sesiones con una toalla sobre la cabeza, siempre con precaución para no quemarnos, y retirando previamente la olla del fuego o utilizando pequeños electrodomésticos que cumplen esta función.
Los difusores o atomizadores son otra posibilidad. Ene este caso, se trata de utilizar los aceites esenciales a modo de ambientadores, con la ventaja de que son sustancias naturales, libres de químicos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no por ser naturales dejan de conllevar ciertos riesgos y que los ambientes cargados no resultan beneficiosos.
Finalmente, si el cansancio y la tensión vienen acompañados por dolores musculares o de cabeza, las compresas calientes o frías, -empapadas en agua a la que añadiremos tres o cuatro gotas de aceite esencial- pueden ser la solución idónea para aplicar en el área dolorida mientras reposamos.