El compost es un abono natural que ayudará a tus plantas a crecer, y a ti a disminuir y reciclar la basura doméstica. Tanto si quieres abonar un pequeño huerto ecológico, un jardín o incluso únicamente las macetas de tu balcón, el compost es una excelente opción para fabricar tu propio fertilizante orgánico.
¿Pero, qué es exactamente el compost? Básicamente, se trata de un abono creado mediante la degradación de la materia orgánica, provocada de forma espontánea gracias a la presencia de unos beneficiosos organismos descomponedores que comen y digieren los desechos.
Para hacerlo usaremos basura orgánica, sometiéndola previamente a un proceso de reciclaje que podemos llevar a cabo fácilmente, con un intervención mínima. En realidad, importa más saber qué cosas no hemos de hacer, sobre todo para evitar problemas típicos como los malos olores o, por ejemplo, dificultades para que se desarrolle el proceso.
Manos a la obra…
Empezaremos por conseguir el material necesario para ponernos en marcha. En este punto hay que distinguir entre las pilas de compost que se llevan a cabo en composteras, comercializadas para este uso específico, o la confección artesanal de un espacio o recipiente que nos sirva.
El tamaño del recipiente dependerá de nuestras necesidades. Reservaremos un espacio relativamente amplio en el suelo si disponemos de un jardín, pues así daremos salida tanto a los restos domésticos, como a los desechos típicos de jardinería, como las hojas secas, el césped cortado u otros restos procedentes de la poda.
Una vez tengamos el recipiente listo, haremos acopio de desechos y, en caso de no tener tierra suficiente, también la necesitaremos. Nos servirán buena parte delos residuos orgánicos de la comida, desde las pieles de frutas y verduras, las cáscaras de huevo, restos del jardín, cartón, papel y otros materiales biodegradables.
Compost por capas
Los ingredientes se colocan por finas capas, alternando unos centímetros de tierra a la que añadiremos compost para acelerar e proceso, y sobre ésta una segunda capa de hierba, residuos orgánicos, y así sucesivamente. De este modo, iremos formando la pila de compost, ordenadamente, para así evitar que la basura doméstica se descomponga de forma controlada y evitar malos olores.
Una vez hayamos alcanzado la cantidad deseada, simplemente dejaremos que los microbios hagan su trabajo, cuidando que no esté sometido a temperaturas cambiantes y vigilando que no se reseque. Al cabo de dos o tres meses nuestras capas habrán desaparecido y, en su lugar, tendremos un rico y uniforme compost, listo para usar.
Trucos y consejos
En esto del compostaje se logran los mejores resultados después de un tiempo de experiencia, pues hay que aprender a manejar una serie de elementos hasta dar con las proporciones justas, como la cantidad y distintas proporciones de los desechos domésticos, la ubicación de la compostera, airear el compost, controlar la temperatura para una descomposición adecuada y más rápida…
Rizando el rizo, en función del tipo de suelo es factible hacer un compost a la medida, por ejemplo añadiendo más cáscaras de huevo si la tierra es pobre en calcio, etc. humedad demasiado bruscos acelerar su preparación, es una trituradora vegetal, y una horca (especie de pala con forma de rastrillo) para airear los materiales.
Por otra parte, aunque la carne y el pescado son desechos orgánicos, si acumulamos este tipo de restos podríamos crear un foco insalubre, en especial si no controlamos las proporciones. Además, atraeremos a los roedores y demás animales que ronden la zona.
Una vez hecho, nos será de gran ayuda un tamiz para obtener un compost más fino y fácil de aplicar. Y un último consejo: si tenemos un jardín o huerto ecológicos, utilicemos también desechos de alimentos bio.