La contaminación lumínica es un problema ambiental, que afecta al bolsillo y a nuestro bienestar. El exceso de luz artificial no solo supone un gasto innecesario de recursos y de dinero, sino que también afecta a nuestro confort y, lo que es peor, a la salud.
En este post vamos a dar unos consejos básicos para que la luz artificial sea nuestro aliado en el hogar. Aplicarlos será fácil, básicamente una simple cuestión de cambiar el chip mental para conseguir el objetivo: la iluminación idónea, la justa y necesaria para responder a nuestras necesidades.
Iluminación eficiente
Eficiencia lumínica es igual a satisfacción del usuario, es decir, de quien se beneficia de esa luz, y un consumo mínimo para esa necesidad de uso. El binomio perfecto que debemos aplicar a la hora de elegir tipos de bombillas, siempre de bajo consumo pero con características adaptadas al uso que vayamos a darle.
No será lo mismo, por ejemplo, una potencia u otra, una luz cálida o blanca, de uno u otro color o, pongamos por caso, una estancia con uno o varios espacios a la hora de iluminarla. Igualmente, será fácil dirigir la luz a aquellos lugares donde vayamos a usarlos en lugar de diseminar la luz en toda la estancia, sin cumplir una función concreta.
En general, buscando esa eficiencia, creemos espacios distintos para jugar con las diferentes potencias de luz y así ahorrar energía, al tiempo que creamos atmósferas confortables, en las que la luz será parte del diseño y obedecerá a la utilidad que vayamos a darle.
Poder ver las estrellas
La contaminación lumínica es también un problema para poder disfrutar de un cielo estrellado. No solemos repara en ello cuando vivimos en la ciudad, pero la diferencia entre un cielo de la urbe y un cielo en un entorno natural es pasmosa.
Poco podemos hacer por ello nosotros, salvo estar atentos a las luces exteriores de nuestra vivienda, sobre todo si tenemos la suerte de vivir en una casa con jardín. Habitualmente, los jardines tienen iluminaciones que pecan de exageradas. En este sentido, buscar el equilibrio entre una iluminación que proporcione seguridad y al tiempo sea respetuosa con el entorno encenderá un cielo lleno de estrellas…
La luz de las pantallas
Los profesionales de la salud también nos alertan del peligro que supone una iluminación incorrecta y/o excesiva durante la noche. Por un lado, nos advierten del riesgo que entraña dormir con las luces encendidas, ya sea porque no tenemos cortinas, por no correrlas o porque éstas son demasiado finas y la luz de la calle inunda nuestra habitación.
El problema es doble, pues además de no poder descansar bien (el sueño ha de ser reparador, no superficial) se alteran nuestros patrones de comportamiento a nivel fisiológicos. Se producen alteraciones hormonales que acaban haciéndonos comer más y peor. Algunos estudios han concluido, incluso, que no dormir bien reduce la esperanza de vida.
A su vez, son alarmantes los resultados de estudios de los niveles de luz azul emitidos por aparatos electrónicos como pantallas de ordenador, televisión, teléfonos, tabletas digitales y otros dispositivos móviles. Su interferencia con la melatonina, una hormona relacionada con la calidad del sueño que se ve alterada por la luz, de tipo azulado. Sobre todo, la luz azul proviene de las pantallas LED, y el efecto no se observa tan acusado con la luz naranja o la roja. El resultado es un mayor agotamiento y un menor descanso. ¿La solución? Respetar los ritmos biológicos y su sincronización con el suceder del día y de la noche. Como siempre, la naturaleza es muy sabia.