Los pesticidas pueden encontrarse donde menos lo esperamos. Además de entrar en contacto con ellos a través de la fumigación en campos de cultivo o en jardines, es fácil que se cuelen en la cadena de producción de productos no alimenticios.
Según un reciente estudio argentino, el glifosato (principal componente del Roundup, el herbicida más vendido y utilizado en el mundo) está también en el algodón que se utiliza como materia prima para elaborar productos de higiene personal. Entre otros, los tampones, las toallitas, los hisopos o las gasas.
Aunque algunos países han restringido su uso, el plaguicida sigue usándose de forma habitual en cultivos como el maíz, la soja y el algodón. Como consecuencia de ello, resulta peligroso consumir cualquiera de estos alimentos, a menudo también cultivados recurriendo a las semillas transgénicas.
Unos resultados alarmantes
Sin embargo, el objetivo del estudio de la Universidad de La Plata, en Argentina, era estudiar otras posibles fuentes de contaminación, centrándose en artículos de higiene femenina y de cuidado de heridas.
Al analizar productos confeccionados con algodón, como gasas, toallitas o tampones acertaron de pleno. Como imaginaban, sus sospechas se vieron confirmadas, si bien no esperaban un resultado tan contundente. Hasta tal punto fue así que un abrumador 85 por ciento de las muestras lo contenía, de acuerdo con los resultados presentados en el tercer Congreso Nacional de Médicos de Pueblos fumigados en Buenos Aires.
Igualmente, se encontró ácido aminometilfosfónico, un derivado del glifosato, en más de la mitad (62 por ciento). Un resultado alarmante ante el que los investigadores, incrédulos, reaccionaron volviendo a repetir las pruebas para descartar alguna posible contaminación.
Sin embargo, no había error alguno. En efecto, estos productos que en muchas ocasiones supuestamente están estériles tenían restos de este peligroso pesticida, cuyo uso es generalizado. Por lo tanto, es fácil deducir que su contaminación también estará presente de un modo común.
A principios de año la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el glifosato un “probable cancerígeno”. ¿Pero, cómo puede afectarnos si no lo ingerimos? Por contacto, y el riesgo no es pequeño.
Tal y como puntualiza Medardo Ávila Vázquez, presidente del congreso, las conclusiones de la investigación son preocupantes y especialmente peligrosas cuando entran en contacto con las heridas:
Las consecuencias pueden llegar a ser muy graves cuando se utiliza algodón o gasa para curar heridas o para usos de higiene personal. Pensamos que se esterilizan los productos, pero la realidad es muy otra. Los resultados muestran que están contaminados con una sustancia probablemente cancerígena.
Numerosas investigaciones advierten que el uso de Roundup en general y del glifosato en particular representa un “gran peligro” para la salud. Aunque Monsanto, la empresa que lo fabrica, lo niega de forma tajante, son muchos los estudios que concluyen que puede causar graves alteraciones en nuestro metabolismo y provocar distintas enfermedades como patologías del sistema endocrino y cánceres.
Cuando se encuentra en la leche materna aumenta el riesgo de que el bebé padezca autismo. Otras investigaciones encontraron glifosato en otros productos de uso cotidiano. Igualmente, el contacto con este herbicida podría provocar cánceres.
Así lo creen, al menos, algunos dueños de mascotas que han desarrollado cánceres de boca y de nariz, entre otros, después de haber estado en contacto con este pesticida en parques y jardines. Y, sea como fuere, lo cierto es que en el mejor de los casos se trata de un tema todavía por investigar a fondo, con lo que los efectos son desconocidos.
Ante la incertidumbre, no arriesgarse es lo más razonable, qué duda cabe, y prevenir significa optar por los productos orgánicos también para el cuidado personal. De nuevo, lo bio es una opción saludable o, como en este caso, al menos sí la más segura.