Jugar al aire libre es beneficioso (y necesario) para los niños


Los niños necesitan jugar al aire libre, a ser posible en espacios abiertos, en contacto con la Naturaleza. Según los expertos, pasar más tiempo en el exterior aumenta la imaginación y potencia la creatividad infantil, al tiempo que mejora su salud.

Disfrutar de las zonas verdes no es fácil para los niños de ciudad. A la falta de tiempo de los padres para acompañarles o vigilarlos se le suma la ausencia de lugares adecuados, como parques u otro tipo sde áreas recreativas. Pese a todo, se ha de hacer un esfuerzo e intentar que, como mínimo, los más pequeños de la casa pasen una hora al día al aire libre.

Si se insiste tanto en los beneficios de estas actividades es porque se observan importantes carencias. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Pediatrics and Adolescent Medicine, la mitad de los escolares estadounidenses no juega afuera a diario. En contra de lo que ocurría antes, los nuevos tiempos han recluido al niño en casa, y ello perjudica su salud, afectando de forma negativa a su desarrollo motriz, la visión, los niveles de vitamina D, la inteligencia y la salud mental.

Niños más sanos y creativos

Un niño activo, que interacciona con el entorno, fortalece su independencia, creatividad, su capacidad para relacionarse y su organismo. Eso sí, no todo ha de ser eso. Lo ideal, obviamente, es encontrar el equilibrio entre distintas actividades en el interior y exterior para un bienestar y salud completos, en lo físico y psicológico.

¿Pero, a qué jugar al aire libre? ¿Qué hacer, cómo divertirse? Entretener a los niños puede ser tan fácil como darles libertad para explorar y jugar a cualquier cosa, con el único límite del sentido común. En otras ocasiones, sin embargo, parece que los niños se quedan sin ideas, sobre todo si están siempre delante del ordenador, la televisión y, en fin, les falta costumbre.

En esos casos, mientras van adquiriendo el hábito, necesitan un pequeño empujoncito. Será momento de ayudarles. Podemos proponerles juegos, como una búsqueda del tesoro, juegos con agua, carreras, el escondite, el pañuelo, jugar con la tierra haciendo castillos o cuidando un huerto orgánico….

Por edades, siguiendo los consejos de la Asociación Española de Pediatría facilita para que desarrollen sus habilidades, por ejemplo, a los dos años es buena idea proporcionarle un coche o juguete para que pueda subirse y desplazarse con los pies. Posteriormente, empezará a pedalear: el triciclo, el patinete, la bicicleta con dos ruedas…


Aprovechando la maravilla de un entorno verde, podemos leerles o contarles cuentos y luego inventar juegos en los que imiten animales que saltan, saltar con un pie y luego con otro, con una cuerda… o correr jugando con pelotas o al pilla-pilla. Y, con las debidas precauciones, podrían trepar , subirse a un árbol, a un monte o a los distintos elementos de un parque.

Mojarse las manos, ensuciárselas con tierra, arena, barro, observar cómo va creciendo una planta ayudándonos a cultivarlas, comiéndoselas luego, observar animalitos… En efecto, ya sea haciendo castillos o figuras con la arena de la playa o en un huerto orgánico, potenciaremos su crecimiento físico e intelectual.

Bacterias beneficiosas

Pasar tiempo al aire libre, en plena Naturaleza, también ayuda a mejorar el aprendizaje y puede calmar ansiedades e incluso curar depresiones, en especial si se manipula la tierra o se juega en el suelo. En este caso no se trata de un beneficio producido por el aire puro o la actividad física, sino gracias a unas beneficiosas bacterias que se encuentran en el medio ambiente. Según reveló una curiosa investigación del Colegios Sage, en Troy, Nueva York. En efecto, revolcarse en la tierra, su simple cercanía y, en fin, disfrutar de la naturaleza supone inhalar e ingerir la bacteria Mycobacterium vaccae, que se produce naturalmente en el suelo.

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