El problema de los plásticos afecta a sectores concretos como el de la agricultura, siendo habitual que se empleen en determinados cultivos con el fin de protegerlos o bien favorecer su correcto desarrollo, entre otros posibles usos. Son plásticos que, una vez utilizados, no pueden volver a emplearse, generando así basura. Sin embargo, ahora, se ha desarrollado un sistema que permite su degradación con insectos y lombrices. Un proceso que se ha llevado a cabo dentro del proyecto AP-WASTE.
La iniciativa
El trabajo realizado dentro del proyecto AP-WASTE ha logrado oxidar polietileno de baja densidad que se usa para alimentar a estos organismos que, luego, se usan para obtener quitosano o biofertilizantes.
Este polietileno de baja densidad se emplea en el sector agrícola. Es el que se ha conseguido degradar con el uso de insectos y lombrices que lo ingieren. Este desarrollo, ha sido posible gracias a la participación del centro tecnológico ITENE, que ha trabajado previamente en los procesos de oxidación de los plásticos agrarios a través de tratamientos químicos, enzimáticos y físicos.
Estos procesos introducen modificaciones en las cadenas estructurales del polietileno, lo que facilita la asimilación y biodegradación de los plásticos agrícolas.
Tras finalizar el proceso de degradación, el exoesqueleto de los insectos se emplea para obtener nuevos biopolímeros como el quitosano, que es un material biodegradable con muchas aplicaciones y características muy similares a las de los materiales plásticos de quitina comerciales.
Además, en el caso de las lombrices, se emplean para la obtención de biofertilizantes. Tanto con los insectos como con las lombrices se pone en valor los residuos plásticos agrícolas a través de productos de alto valor añadido, que vuelven a pasar a la cadena de producción agraria.
El proyecto
El proyecto AP-Waste tiene financiación del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación a través de una subvención del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEDER).
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