Es lógico pensar que la cualidad de biodegradable es positiva para el medio ambiente y para nuestra salud. De forma instintiva o simplemente aplicando el sentido común es fácil deducir que si un producto se degrada sin polucionar será inocuo para el entorno y nuestro organismo.
Sin embargo, esto no siempre es así, pues no solo los productos o materias primas naturales son biodegradables, y lógicamente todo lo biodegradable no es ni comestible ni inocuo para la salud. En realidad, el término alude también a los compuestos químicos que pueden degradarse por la misma acción biológica.
Plásticos biodegradables, baterías, pegamentos, muebles, casco de bici, zapatos, ropa, cepillos de dientes, implantes corporales que reabsorbe el organismo… Actualmente hay un sinfín de productos fabricados con agentes biodegradables, si bien siguen siendo mayoría los productos contaminantes.
Significado de biodegradable
La biodegradación es el proceso mediante el que organismos vivos, fundamentalmente bacterias y hongos, descomponen un material o alimento. Por otra parte, la biodegradabilidad es la facultad que tienen algunos materiales volver a integrarse en la naturaleza por la misma acción del medio ambiente.
¿Por qué lo biodegradable es mejor?
Nuestra salud se beneficia de las formulaciones biodegradables de forma directa, pues suelen ser menos alergénicos, puesto que están hechos con sustancias naturales. Salvo excepciones, que también las hay, al no contener productos químicos especialmente tóxicos o venenosos también suelen ser más saludables.
En lo que respecta a la naturaleza, la diferencia entre un producto biodegradable y otro que no lo es es tremenda. La misma que hay entre el sí y el no, el respeto ambiental y la contaminación del entorno.
Los productos que no son biodegradables provocan un grave deterioro del entorno más inmediato, pudiendo alterar igualmente ecosistemas enteros. Ya sea en medios acuáticos, aéreo o terrestre, las sustancias o productos que no se degradan resultan tóxicas.
Su impacto es negativo por el tiempo que tardan en desomponerse y también porque al hacerlo lentamente van polucionando igualmente y provocando daños en fauna y flora. Por ejemplo, un plástico puede tardar cientos de años en descomponerse por completo pero mientras lo hace contamina aguas y suelos. Y también son muy dañinas algunas formas de descomposición que desprenden tóxicos muy contaminantes en forma de gases, polucionando la atmósfera.
El uso de limpiadores domésticos convencionales es otro buen ejemplo, pues desafortunadamente su formulación contiene ingredientes dañinos para el medio ambinete (además de resultar venenosos para personas y animales incluso sin necesdad de ingerirlos, ya se por contacto o inhalación) que acaban provocando grandes daños en el entorno cuando se disuelven con el agua y se desechan por el inodoro. De hecho, las aguas residuales son una grave amenaza para los ecosistemas naturales que no siempre logra neutralizarse.
Preferir productos biodegradables, en suma, significa apostar por un mundo más limpio y sostenible, así como premiar a las empresas más comprometidas con el medio ambiente.
Si los productos acaban en vertederos o como desechos al aire libre, se descompondrán en un tiempo relativamente corto, y cuando lo hagan no dañarán el entorno, aunque es mejor no contaminar.
Como ocurre en tantas y tantas situaciones, no ensuciar, es decir, reducir antes que reutilizar o reciclar, será infinitamente más eco-amigable que optar por productos ecológicos, por muy biodegradables que sean. Son pocas las excepciones que encontraremos a la conocida ley de las tres erres.
Por otra parte, los productos biodegradables son idóneos para reciclarse, bien de forma casera añadiéndolos al compost, pongamos por caso, o industrialmente, con lo que se vuelven a producir productos sin tener que gastar en nuevas materias primas ni recursos energéticos. Es decir, de forma más sostenible.
Muy buenos artículos
hola muy buen artículo