Quién iba a decirnos que los terremotos tenían este lado cool, pero como diría mi abuela, hay que vivir para ver, para descubrir inventos tan sorprendentes como esta máquina de hacer arte a partir de las ondas sísmicas.
El Quakescape Fabricator 3D es el nombre de este ingenio que, cuanto menos, deja boquiabierto por su misma concepción. Otra cosa será que el resultado sea más o menos agradable a la vista, valioso o elocuente, pero originalidad no le falta, desde luego.
La idea de convertir las ondas sísmicas en impredecibles manchas de colores sobre un lienzo ha sido llevada a cabo por unos inquietos estudiantes de diseño industrial de la Universidad de Victoria de Wellington de Nueva Zelanda.
Un color para cada grado de actividad sísmica
Su diseño se ha concretado en un artilugio como el que ves en la imagen, que no es de sobremesa, precisamente. De grandes dimensiones, esta increíble máquina se sincroniza con unos monitores de detección de terremotos y crea una pintura cada vez que se registra alguna actividad sísmica.
Concretamente, cada grado de actividad sísmica está relacionado con un color diferente, correspondiendo a los grises y azules las ondas menores y a los narajas y rojos las mayores magnitudes en la escala de Richter. En el vídeo que se incluye en el post puedes verla en acción.
La idea surgió tras sufrir la región un importante terremoto (terremoto de Chiristchurch) con la intención de extraer algo positivo de la pésima experiencia que supuso para ellos vivir esta catástrofe en primera persona. Así fue como nació este extraño robot que no sólo proporciona sensaciones para el alma, sino que también brinda una especie de terapia ante la fuerza incontenible de la naturaleza, o eso esperan, al menos, sus autores.