Hemos oído hablar de ella, al menos alguna vez y, muy probablemente, tenemos claro que se utiliza con fines cosméticos. Sin embargo, la maravillosa manteca de karité también tiene otros usos que van más allá del cuidado personal, entre otros de tipo culinario o con el fin de aprovechar su grasa para restaurar o limpiar artículos de piel e incluso el calzado.
¿Cómo definir este producto? ¿De qué se trata? La manteca de karité es una pasta mantecosa que se obtiene de las nueces de un árbol del mismo nombre que crece en las sabanas africana, tras molerlas, del mismo modo que puede hacerse con el aceite de coco o con el aceite de oliva, almendras dulces o argán, pongamos por caso.
La manteca de karité proviene del fruto del árbol de karité y tiene sus mismas propiedades regeneradoras. En concreto, éste es conocido por sus beneficios para la regeneración celular y por sus potencial nutritivo, muy apreciado a nivel cosmético en piel y cabello.
Principales usos de la manteca de karité
La manteca de karité se utiliza desde tiempos ancestrales para infinidad de cosas, con aplicaciones cosméticas, estéticas y terapéuticas, ya que además de cuidar el aspecto de piel y cabello o de calmar irritaciones cutáneas sirve para cocinar y algunos usos insólitos que no sabemos qué tal funcionan, como encender lámparas o restaurar tejidos de piel como chaquetas y bolsos.
Su uso en la cocina se circunscribe únicamente a la cocina japonesa y alguna otra cocina asiática como sustituido de otros aceites vegetales. Eso sí, es importante usar solo la no refinada, pues la tratada puede resultar tóxica. Sin embargo, el uso estrella de este producto es, efectivamente, su aplicación sobre la piel para devolverle el equilibrio.
En este sentido, la manteca de karité suele utilizarse para nutrir la piel seca o estropeada por el sol, el viento, el frío y la intemperie en general. Aplicar una pequeña dosis es suficiente para regenerarla y prevenir futuros daños.
También se aplica en el cabello, en los labios cortados o resecos, párpados y, por ejemplo, para evitar las típicas estrías que salen durante el embarazo o al hacer dietas de adelgazamiento. O, si no queremos tener una inevitable sensación grasa tras su aplicación, incorporemos al baño o mezclémoslo con un poco de gel durante la ducha y enjuaguemos después.
¿La manteca de karité es bio?
La manteca de karité es de origen natural, qué duda cabe, pero eso no significa que su cultivo haya sido orgánico ni mucho menos que tenga por defecto el certificado ecológico. Ni siquiera podemos dar por hecho que siempre sea manteca de karité original, es decir, sin refinar.
Por lo tanto, a la hora de adquirir la manteca de karité lo suyo es buscar la que más garantías nos ofrezca acerca de su origen y pureza. Idealmente, preferiremos productos sin refinar y con certificación bio de cierto prestigio, como EcoCert o el logo de la Unión Europea para en el ámbito europeo.
Manteca de karité no refinada
Tal y como vimos en un anterior post, la manteca de karité no refinada no conviene si queremos sacarle el mayor partido como regenerador celular a nivel externo, tanto para cuidar la piel en plan estético como terapéutico.
La importancia de optar por la manteca de karité no refinada, resumida brevemente, tiene una razón de peso: más allá de que pierda su típico color y aroma, refinándola se suprime buena parte de los activos naturales (ácidos grasos insaturados), por lo que su principio activo será mucho más débil. De este modo, si buscamos cosmética natural, tendría poco sentido optar por manteca de karité refinada. En este caso, como en tantos otros, la información es poder…
El karite, ebita la caida del pelo?