Hacer grandes cosas por el medio ambiente sería realmente bueno, qué duda cabe, pero en esto de la ecología la estadística cuenta sobremanera, lo que significa que sumar pequeños gestos cotidianos acaban haciendo la diferencia. No se trata tanto de ser obsesivos y cambiar de arriba a abajo nuestras rutinas y formas de vivir, sino simplemente de ser conscientes de cuánto podemos hacer por el planeta adaptando pautas bio a nuestra personalidad y formas de vida.
En cierto modo, ser verde cuesta un cierto sacrificio, aunque no siempre es así. En realidad, un cambio de mentalidad en clave verde es prácticamente todo lo que tenemos que hacer para luego simplemente dejarnos llevar por esa nueva inercia, que en muchos casos además nos ahorrará dinero y mejorará nuestra salud.
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