La idea aquí es que la tarjeta postal tenga un extra que sorprenda y al mismo tiempo sirva para darle una nueva vida. Lograrlo, lo logra, qué duda cabe. Sólo hay que echarle un vistazo para saber que aquella postal es también un recortable que nos permite transformar esa plana imagen en un lindo barquito en miniatura.
Eso sí, hay que admitir que, como tal, la tarjeta postal queda bastante sosa, aunque también es cierto que desde el primer momento se consigue enganchar gracias a las indicaciones bien llamativas que acompañan al dibujito en cuestión.
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