La vida loca, el trajín diario, las prisas increíbles que siempre llevamos todos son una bomba de relojería para nuestra salud. Inevitablmente, el estrés se dispara y, con él, un sinfín de problemas para el cuerpo y para el alma, que nos dejan huérfanos de defensas y de inspiración para seguir adelante.
Por suerte, la Naturaleza es un respiradero que se nos ofrece como un regalo maravilloso que poder disfrutar siempre que, eso sí, se disponga de un respiro. En este post damos un repaso a algunas formas de aprovechar el entorno natural de un modo respetuoso, con actividades eco-amigables que relajan cuerpo y espíritu.
Sentirse parte de la Naturaleza
Cualquier estación del año es propicia para dejarse envolver por la Naturaleza en escenarios de todo tipo, a ser posible un lugar cercano al que podamos acudir fácilmente, sin necesidad de desplazarnos en exceso. Sería ideal poder dar un paseo en bici o una pequeña caminata hasta llegar a un lugar hermoso o, al menos, tranquilo, en el que la naturaleza esté presente.
Las ideas son casi infinitas. Actividades hay tantas como nos dicte la imaginación, entre otras un simple paseo, observar la vida silvestre, ir de acampada, de pícnic, leer bajo un árbol, tumbarte a mirar el cielo, a perderte en las nubes, entre las hojas que bailan en los árboles, a soñar mientras observamos el agua que corre por el riachuelo…
Lo importante es intentar establecer una conexión entre el entorno y nuestro interior, dejando a un lado problemas, preocupaciones y, por supuesto, también prácticas poco eco-amigables. Siendo respetuosos con la Naturaleza nos acercamos a ella, y ese acertamiento nos facilitará beneficiarnos de sus maravillosos dones, acercándonos a una sensación de plenitud en la que no hay prisas, no caben las preocupaciones ni los nervios.
Abrazar un árbol y fundirnos mentalmente con él durante unos minutos es un auténtico bálsamo para nuestra salud. No sólo consigue normalizar las funciones orgánicas sino que nos trasmite energía y nos conecta con la Tierra, con un todo del que formamos parte. Una experiencia increíble, que no debes perderte. ¡Pruébalo!
Por lo general, hacerlas en solitario puede traernos una paz interior mucho mayor que si compartimos esos momentos con otras personas, pero lo cierto es que no siempre ha de ser así, y que una estimulante experiencia en compañía pued resultar igualmente relajante. Sería interesante poder combinar ambos tipos de momentos, sólo unos minutos en soledad pueden ayudarnos a desconectar. ¿Y, qué tal con nuestra mascota? La experiencia puede ser preciosa.
Los sonidos naturales
Aprender a estar en silencio y aguzar el oído cuando nos encontremos en un espacio verde, -ya sea un parque urbano, la playa o un lugar remoto, rodeado de naturaleza-, es un modo fácil y sencillo de relajarnos. Es importante acompasar la respiración a la paz del entorno, ir haciéndola profunda, cada vez más lenta, hasta que alcance ese equilibrio que nos devuelva a nuestro ser.
El arrullo de los pájaros, las olas acariciando la arena, una fina lluvia (incluso escuchándola al otro lado de la ventana), el correr de un riachuelo… Son sonidos de la naturaleza que tranquilizan, tonifican, nos regalan vida y nos renuevan. Y, si no disponemos de tiempo ni siquiera para ir al parque más cercano, hagámoslo virtualmente, mediante grabaciones de audio o vídeos que nos sumergen en un mundo natural idílico.
No sólo es cuestión de sensaciones, sino de terapia, que además puede llegar a ser muy efectiva. Según Eva Julián Adán, musicóloga especializada en la música de la Naturaleza, escuchar sus sonidos «nos llena de energía y estabiliza el campo emocional». Todo un universo por descubrir, simplemente descalzando nuestra alma, cerrando los ojos y abriendo las orejas.