La polución de plásticos o los derrames de crudo no son la única contaminación preocupante que encontramos en los océanos. Además de preservar sus ecosistemas, el mar es un lugar para practicar deportes, como el esquí acuático o el surf.
Lógicamente, por lo tanto, su estado a nivel microbiológico afectará a quienes los practiquen, sobre todo cuando lo hacen de forma regular. No se trata tanto de una polución visible, sino de la presencia de patógenos.
Un cóctel tóxico
Los expertos señalan el riesgo añadido que supone la exposición al agua de forma distinta a como lo hacen los bañistas, nadadores o incluso los buceadores. A diferencia de los primeros, los surfistas suelen acudir al mar durante todo el año, por lo que les afectan especialmente los periodos de mayor escorrentía desde los cultivos o simplemente por el vertido de aguas contaminadas al mar.
Ademas, se trata de un deporte que se practica de forma intensiva, y cada sesión habitualmente se prolonga mucho más que lo que normalmente dura un baño de mar. A excepción de los niños, que suelen pasar «todo el día» en el agua.
Sobre todo, puede prolongarse especialmente cuando acceder a la playa no es fácil e implica un desplazamiento especialmente largo y costoso.
Por otra parte, los surfistas suelen sumergirse más que un bañista o un nadador. Sus caídas implican tragar agua de forma constante e involuntaria. En mayor o menor medida dependiendo del tipo de la experiencia, estado del mar y tipos de entrenamientos, qué duda cabe. Igualmente, si bien bucear también implica sumergirse, normalmente se hace de forma controlada, a lo que ayuda el uso de equipos, y tragar agua no es lo habitual.
Así las cosas, los surfistas ingieren mucha más agua que otros grupos. O, lo que es lo mismo, su exposición gérmenes es mucho mayor y, por lo tanto, también las probabilidades de contraer enfermedades a consecuencia de ello.
La conocida como enfermedad gastrointesinal de los surfistas es una de ellas, y también es posible una intoxicación progresiva mediante un efecto bioacumulativo. Son muchos los estudios que han estudiado este tipo de riesgo y los efectos que tiene sobre la salud la exposición al agua para usos deportivos o recreativos.
Asegurar las mejores condiciones del mar para los surfistas, por lo tanto, va más allá de los típicos factores que suelen tenerse en cuenta, como la fuerza y dirección del viento, clima y demás. Conocer la calidad del agua también es un aspecto a tener en cuenta, tanto para preservar la salud como para primar aquellos enclaves más cuidados.
Y, cómo no, los surfistas tienen también una responsabilidad a nivel ambiental que ayuda a conservar el entorno en particular y el planeta en general. Tal y como demostró la iniciativa conocida como Ecosurf, promovida por el Projecto Prancha Ecológica en Brasil, se puede hacer mucho por el cuidado del planeta a la hora de tomar decisiones que pueden parecer de lo más inofensivas, como optar por tablas fabricadas con materiales sostenibles.
Preservar activamente nuestras playas es otra de sus posibles contribuciones. Aunque no pueden hacer nada para evitar ese cóctel tóxico procedente de la contaminación terrestre que llega al mar en forma de escorrentías urbanas o agrícolas, sí existen asociaciones que coordinan actividades de los surfistas para mantener las playas más limpias.
Entre otras, la organización Surfrider, una fundación que trabaja en la sensibilización para reducir el consumo de plástico o la búsqueda de soluciones alternativas, como los bioplásticos. A su vez, llevan a cabo numerososo proyectos de limpieza a nivel local. Todo un ejemplo, del que deberíamos aprender.