Taipei 101 es el nombre del que está considerado como el rascacielos más alto de Taiwán y el segundo del mundo, sólo por detrás del Burj Khalifa, en Dubai. Tiene 508 metros de altura y 106 plantas (cinco de ellas, subterráneas, de ahí su nombre). Pero, además, también es un edificio ecológico, pues ha conseguido el certificado LEED-EBOM Platinum, por el que se reconoce su buen comportamiento en cuanto a eficiencia energética y su diseño sostenible.
Para conseguir la preciada certificación, los responsables del rascacielos han invertido tiempo, dinero y recursos durante los dos últimos años. Ha sido especialmente importe la mejora en dos requisitos medioambientales básicos: la reducción de residuos y el ahorro de energía y agua. Además, se ha mejorado la calidad ambiental interior, con un más estricto control de la temperatura en las oficinas, así como de la humedad. También se ha reducido el nivel de emisión de dióxido de carbono.
Los inquilinos del edificio han prestado todo su apoyo a este esfuerzo conjunto. La calidad del aire que se ha conseguido en el rascacielos le ha valido la más alta distinción de la institución que otorga el certificado. Se instalaron sensores de medición de dióxido de carbono en cada uno de los sistemas de aire acondicionado. Cuando se detecta un alto nivel de CO2, un sistema recibe automáticamente aire fresco del exterior.
Además de controlar el CO2, el edificio también controla el nivel de humedad. Hay que señalar que Taiwán está situada en una zona subtropical, donde la alta humedad puede llegar a causar molestias físicas. En el Taipei 101, se han instalado dos sensores en cada piso para controlar el nivel de humedad. Los sensores ajustan el agua helada en el sistema de aire acondicionado para reducir la humedad.
Las aréas verdes del Taipei 101 con regadas completamente con agua de lluvia. Además, el Taipei 101 patrocina el cercano Parque Zhong-Qiang, de modo que protege una zona verde mientras reduce las emisiones de CO2, mejorando la calidad del aire en la ciudad.
Con el ahorro energético, se ha conseguido un ahorro anual de 14,4 millones de kilovatios de electricidad (un 18% de ahorro respecto a tres años antes), lo que supone un ahorro en dinero de 1,2 millones de dólares.
En cuanto a la iluminación, un sistema compuesto por 125.000 lámparas fluorescentes, 3.800 bombillas de ahorro energético y 2.400 lámparas halógenas es controlado automáticamente y, además, interactúa con el sistema de volumen de aire para que, cuando la habitación no esté habitada, tanto el aire acondicionado como el sistema de iluminación se apaguen automáticamente.
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