Con la factura de la luz por las nubes y las emisiones de efecto invernadero disparados, el ahorro de luz es una cuestión de primer orden que afecta tremendamente tanto al medio ambiente como al bolsillo.
Pasar a la acción no siempre es fácil, sobre todo si sólo somos simples trabajadores, pues muchas decisiones no estarán en nuestras manos, pero sí podemos llevar a cabo algunos gestos ecológicos que hagan la diferencia.
Por ejemplo, podemos empezar por cambiar las bombillas por otras de bajo consumo si la oficina es nuestra o, por qué no, convenciendo a nuestro superior de que habrá un ahorro en las facturas, por lo que el desembolso es una inversión amortizable en breve.
Eficiencia energética
Si queremos una solución sin inversión, podemos informarnos acerca del proyecto Un mundo de luz a costo cero de la empresa italiana Beghelli, que en España se gestiona a través de EECOL Electric.
Básicamente, se trata de un programa de eficiencia energética orientado a grandes consumidores que no precisa invertir en nuevas tecnologías de iluminación porque ya lo hace esta empresa, cobrándose luego el coste de la inversión con el dinero ahorrado.
Aprovechar la luz natural e instalar temporizadores para la luz o la climatización permitirá ahorrar energía sin dejar de dar servicio o mermar el confort. Igualmente, allí donde se precise más luz o donde se precise luz artificial durante un mayor número de horas se recomienda colocar tubos fluorescentes.
Otra manera de ahorrar fácilmente consiste en controlar los vampiros eléctricos, es decir, los aparatos que consumen en modo de espera, como muchas de las impresoras, ordenadores y demás equipos propios de la oficina.
Podemos hacerlo apagando manualmente cada equipo cuando no se utilice o antes de abandonar la oficina o mediante una regleta con interruptor, una opción más práctica.