Más allá de gestos puntuales que tienen más de creativo que de solución para reciclar los envases de medicamentos, están las iniciativas de reciclaje organizadas, que buscan la colaboración de la ciudadanía.
En España, desde el 2001 tenemos los conocidos Puntos SIGRE, pensados para reciclar los medicamentos caducados o que no se utilizan (incluyendo envases vacíos), una campaña permanente de SIGRE Medicamento y Medio Ambiente, una entidad sin ánimo de lucro.
Más allá del reciclaje
Como su propio nombre indica, su propuesta se basa en la creación de una red de puntos de recogida ubicados en las farmacias para así poder retirarlos de un modo relativamente ecológico. Y decimos solo parcialmente verde porque en cierto modo se recurren a males menores, como la incineración, para la protección del medio ambiente.
Yendo más allá, un estudiante francés de 19 años ha inventado un curioso sistema con el que pretende eliminar los desechos farmacéutivos de un modo diferente. Natural de Limoges, ciudad célebre por sus cérámicas y porcelanas decimonónicas, podría empezar a ser conocida también por su propuesta verde para el tratamiento de los medicamentos.
Franck Portela dice estar desarrollando un método para eliminar estos peligrosos residuos, una gran amenaza para el medio ambiente, sumando el grave problema que supone su contaminación de las aguas y su inclusión en la cadena alimentaria.
Puntos SIGRE
Gran aficionado a los temas ambientales, una inclinación que conocen bien en su centro de enseñanza, el instituto Mazamet, donde ha empezado a formarse como experto en técnico de control de calidad de laboratorio.
El invento de Portela ha recibido atención mediática desde hace nada, concretamente a raíz de la presentación de su proyecto al concurso «Emprender para el medio ambiente», organizado por el grupo empresarial GBH.
Su propuesta busca evitar que las chimeneas de las incineradoras hagan de las suyas. O, lo que es lo mismo, vomiten gases contaminante como efecto secundario del reciclaje de los medicamentos. En su lugar, propone un proceso natural que se inicia con la molienda de medicamentos caducados con sus envases.
Es en el siguiente paso cuando entra en acción una máquina hidropopulsora, capaz de separar los envases de la medicina en sí. Gracias a unos imanes se separan los metales ferrosos de los no ferrosos, así como el vidrio del plástico y de otros materiales reciclados.
Una vez disociados estos materiales, los fármacos restantes se mezclan con agua y acaban en un tanque donde les espera una etratégica mezcla de componentes (carbón activo y cañas) para finalmente capturar la polución. Finalmente, el agua sería devuelta a la naturaleza, y tema solucionado.
De materializarse, la propuesta de este joven inventor evitaría muchos problemas ambientales, pues el abus, despilfarro y desperdicio de medicamentos, así como su mala gestión como desechos es un mal global que reclama soluciones.
Mientras su eco idea busca abrirse paso y concretarse para, puestos a pedir, realizarse en todo el mundo para alegría del planeta, nosotros tenemos que seguir siendo responsables con nuestros medicamentos.
Obviamente, reducir es la erre ecológica más conveniente en este caso, como en tantos otros. Las otras dos, reutilizar y reciclar, también son cosa nuestra. Al menos, en un inicio.
El primer paso es decisivo, y los puntos SIGRE nos lo ponen fácil. Bastará con acercarse a una farmacia y depositarlos, sin más complicaciones. Entre otros consejos prácticos, intentemos hacerlo cuanto antes, pues los medicamentos todavía válidos pueden ser de utilidad sin tener que llegar al reciclaje.
Y, sobre todo, no caigamos en tentaciones que constituyen malas prácticas, además de ser un pésimo ejemplo para los peques de la casa. Por lo tanto, nada de tirarlos a la basura o por el inodoro. Al tirar de la cadena estamos poniendo en marcha un pequeño gran drama ambiental que, a gran escala, se convierte en una auténtica debacle.