Un río de libros para luchar contra el tráfico

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Esto es marca España, y lo demás son cuentos, como diría mi abuelo. Nos referimos al nuevo proyecto del grupo artístico reivindicativo Luzinterruptus, «Literatura vs tráfico», cuyo elocuente título da cuenta de su objetivo.

Como éste indica, se trata de contraponer lo establecido, en este caso el tráfico rodado, por otro tipo de circulación. Su última intervención en el entorno urbano ha convertido la calle conocida como el camino Hagerman de Toronto, en Canadá, en un espacio sorprendente a través de la colocación de miles de libros abiertos.

Inundación de libros

Los libros forman un tapiz que tapa por completo el asfalto y, por supuesto, impide a los coches atravesarlo. Aunque, claro está, el paso está prohibido. Las únicas luces que se ven son los destellos que emiten las hojas.

Una iluminación que es posible gracias a unos mini led que invitan a su lectura y crean un efecto de conjunto precioso en medio de la noche.

¿Pero, cuál es el mensaje? Al margen de que la interpretación es libre, como ocurre con cualquier obra artística, faltaría más, en el ánimo de los padres de la criatura hay un claro mensaje.

Ese río de libros es una serpiente de papel que simboliza la importancia de la cultura, de la calma necesaria para leer con tranquilidad, disfrutando de la lectura. Se trata, en suma, de contraponer ese momento enriquecedor y silencioso con el ensordecedor ruido del tráfico.

Frente a la velocidad y el ruido, las prisas y el estrés, la tranquilidad de un libro, bálsamo para el alma. De igual manera, la naturaleza se opone a la ciudad, considerada una jungla de asfalto envuelta en una nube de contaminación.

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La luz también tiene un punto de misterio que busca atraer, el interés de los viandantes, aportando un encanto único, que invita a acercarse, a iniciar la lectura, a dejarse arrastrar a ese universo de lecturas sin fin.

A su vez, el barrio cobra una calma inédita, que se prolonga a los locales comerciales. En definitiva, se trata de hacernos reflexionar, de unir de forma inteligente el concepto de vida slow, que tan de moda está, con una apuesta por la sostenibilidad.

Eso sí, el hecho de haber elegido libros de papel podría interpretarse como un despilfarro de papel. Y en cierto modo es así, pero me inclino a pensar que se orienta en otro sentido, buscando un modo de reutilizar los libros sin que pierdan su condición.

Una vez finalizada la exposición, sencillamente vuelven a las estanterías, y listo. O, mejor, a esas manos que van pasando sus hojas (su retorno tiene sorpresa, desvelada en las siguientes líneas)…. Difícilmente es una apología del papel, sencillamente por que no resulta coherente con la idea de conjunto.

Las iniciativas de Luzinterruptus, fieles a su nombre, se caracterizan por una misteriosa iluminación que ya se ha convertido en un sello propio.

En esta ocasión se precisaron 12 días para cubrir la calle, y para ello se contó con la colaboración de 50 voluntarios. Una vez estuvo todo a punto, se animó a los viandantes a acercarse y tomarse fotos, a leerlos y a disfrutar de tan original instalación.

Pero lo que más llamó la atención fue la invitación a cogerlos. O lo que es lo mismo, podían elegir lo que deseasen y llevárselos. Una bonita manera de promocionar la cultura.

Irresistible propuesta, que hizo que en apenas diez horas el río de libros quedara completamente seco… Por descontado, se trata de una acción que busca la viralidad, y lo cierto es que reúne todos los requisitos para incendiar la red.

Sus intervenciones en paisajes urbanos son numerosas, para las cuales eligen ciudades de distintos continentes, como Madrid, Nueva York o Melbourne.

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