La actividad física nos mantiene activos, y eso el cuerpo lo agradece. Sin embargo, nos ejercitamos dándole al pedal en plena calle y vivimos en una urbe polucionada, las ventajas desaparecen en buena parte. ¿Pero, tanto como para no hacer recomendable la bicicleta o la marcha?
En este post respondemos a este interrogante. Adelantemos que si bien la contaminación supone un problema, ésta no debería ser un freno. Lógicamente salvo cuando los índices sean tan altos que se recomiende no salir a la calle, como ocurre en algunas grandes urbes de cuando en vez.
Sí, pero con moderación
La respuesta se basa a criterios de puro sentido común. Tal y como ha concluido un reciente estudio británico que se planteaba esta misma cuestión, los beneficios superan a los inconvenientes.
Utilizando el sentido común, también podríamos pensar que no vale la pena hacer ejercicio si al respirar llenamos nuestros pulmones de polución. Y es cierto, pero profundizar en la cuestión hace que las tornas cambien.
En concreto, investigadores de la Universidad de Cambridge han analizado y valorado los riesgos asociados a la actividad física urbana a la luz de tres factores: tiempo, intensidad y polución. Y sus resultados, publicados en la revista Preventive Medicine, son un sí con peros.
Para ello, se han aplicado modelos informáticos que facilitaron las comparaciones en distintas situaciones, marcadas por las posibles variantes asociadas a la combinación de los factores aludidos. Además, se realizó emulando las condiciones que pueden observarse en diferentes ciudades del mundo.
La respuesta afirmativa obedece a un resultado que no admite dudas. De acuerdo con el estudio, tan solo un 1 por ciento de las ciudades estudiadas por la Organización Mundial de la Salud tienen niveles de polución demasiado elevados para aconsejar lo contrario.
Por un lado, excepto en casos excepcionales que lamentablemente los mismos ciudadanos conocen bien, aconsejan hacer deporte en la ciudad, puesto que por lo general los niveles de polución no son tan elevados como para que los inconvenientes asociados sean mayores que los beneficios para la salud.
En sus análisis jugaron con la hipótesis de hacer alrededor de 30 minutos de bicicleta por día, un ejemplo promedio extrapolable a otros ejercicios aeróbicos durante un tiempo similar.
Así pues, existe un cierto margen para hacer ejercicio sin preocupaciones. Según los autores del estudio, para que el ejercicio se convierta en una amenaza para la salud en Nueva Delhi, una de las ciudades más polucionadas del mundo, sería necesario pedalear durante cinco horas semanales.
Solo a partir de entonces estiman que la polución atmosférica convertiría al deporte en un enemigo de la salud. Sin embargo, los índices de polución registrados en la capital india están muy lejos de lo habitual, por lo que practicar deporte con moderación no debería ser un problema.
Aún así, no olvidemos que la polución atmosférica es una de las principales amenazas para la salud. Con el agravante de que está convirtiéndose en una seria amenaza a nivel mundial.
No en vano, la creciente población mundial está concentrándose en grandes áreas urbanas, que superan el concepto de ciudad para pasar a convertirse en megalópolis o conurbaciones. Por lo general, son zonas que adolecen de problemas de calidad ambiental a consecuencia de distintos factores, entre otros la polución del tránsito y también aquella otra que encontramos en los espacios cerrados.
A la hora de hacer ejercicio, por lo tanto, es tan importante tener en cuenta la posible polución interior como exterior, pues en ambos casos a largo plazo es un riesgo para la salud. Por lo demás, el consejo es obvio: hacer ejercicio en plena naturaleza o, en su defecto, en un parque público o jardín propio puede ser una buena solución.