Como todo lo natural, la cosmética bio está de moda. Afortunadamente, además de ser tendencia, su uso tiene muchas ventajas, aunque no todo el monte es orégano. Precisamente por novedad, hay muchos aspectos de ella que se desconocen y que conviene tener presentes al elegirla o a la hora de hacernos en casa nuestras propias recetas de belleza.
Una novedad relativa, en realidad, pues ya las civilizaciones antiguas utilizaban muchos productos naturales para usos cosméticos. Es famosa la leche de burra en la que, según cuenta la leyenda, se bañaba Cleopatra. O, cómo no, el uso de la henna, el aceite de argán, los aceites o la miel para tratar la piel o el cabello.
Las ventajas
El boom de los cosméticos orgánicos ha devuelto a la alternativa natural parte del lugar que ocupaba en el pasado, antes de ser relegada prácticamente al olvido por la aparición de grandes marcas de cosmética a finales del siglo XIX.
Ahora, de nuevo de moda, podemos beneficiarnos de sus ventajas. Entre ellas, destaca su mayor respeto por el equilibrio de la piel, así como una mayor tolerancia. Es decir, son productos menos agresivos, afines a la naturaleza humana, sobre todo por su ausencia de ingredientes sintéticos o animales, por lo que son más infrecuentes las reacciones adversas.
La protección ambiental es otra de las ventajas de la cosmética natural que se comercializa, con lo que no sólo embellecemos nuestro cuerpo, sino que también contribuimos a que el planeta esté más cuidado. En este aspecto, no sólo hay que buscar que los ingredientes sean orgánicos y el cosmético incluya su respectiva certificación, sino que además es importante que los envases sean reciclados, biodegradables o mínimos.
Tengamos en cuenta que, por definición, la filosofía de la cosmética natural debe preservar el medio ambiente a todos los niveles: desde su cultivo, formulación o fabricación y a lo largo de toda la cadena de distribución, incluyendo embalajes y reciclaje. Igualmente, debería garantizarse la no experimentación con animales, una información que refleja un logotipo Cruelty Free.
Para rizar el rizo, lo ideal sería elegir marcas ecológicas de empresas que destaquen por su responsabilidad social, ya sea a través de un cultivo sostenible o de un uso responsable de los recursos, como por formar parte del circuito del comercio justo.
La cosmética natural casera es una opción de lo más interesante, tanto para sustituir por completo a la que se comercializa como para combinarlas. Son muchos los productos naturales que tenemos a nuestro alcance por muy poco dinero para hacer fórmulas personalizadas o para utilizar de forma directa, como el aceite de coco, el vinagre, el bicarbonato, el limón, el yogur, las plantas…
También hay inconvenientes
Los cosméticos naturales pueden serlo sin tener su certificado, pero el consumidor en la práctica ha de buscar la certificación ecológica proporcionada por organismos institucionales que garanticen, si no una pureza total, sí al menos el cumplimiento de la normativa de la UE. En su defecto, al menos debería incluir algún sello que resulte fiable. La confusión que existe en este aspecto y el etiquetado confuso o ambiguo juega en contra del sector.
Su precio es casi siempre elevado, otra importante desventaja. A diferencia de los cosméticos convencionales, es difícil encontrar líneas básicas a precios razonables. Un aspecto o textura menos atractivos o una caducidad más corta son otros de los inconvenientes de la cosmética natural.
Aunque la tolerancia sea mayor, ello no significa que sean inocuas. Por muy biologicos que sean sus ingredientes, también las plantas o cualquier otro ingrediente natural puede provocar alergias o intolerancias. En este sentido, no se trata de una desventaja con respecto a la cosmética convencional, pero sí puede ocurrir que en casos puntuales ésta sea mejor tolerada.