Si bien la vitrocerámica de inducción es una opción más eficiente que la vitro normal, no todo el mundo la tiene ni puede permitirse el lujo de cambiarla por las placas inductivas. Sea como fuere, hay una serie de consejos básicos que nos ayudan sobremanera a maximizar la eficiencia a la hora de cocinar con cualquiera de ellas.
Al margen de la vitrocerámica que tengamos, por lo tanto, podemos ahorrar un buen dinerito que, a la larga, aligerará de forma significativa la factura de la luz. Si, además, tenemos en cuenta una serie de hábitos de consumo que favorezcan la eficiencia en el resto del hogar, el resultado será un ahorro todavía mayor que, entonces sí, hará una gran diferencia.
Como ocurre con otros electrodomésticos, también la vitrocerámica ha de desconectarse de la corriente eléctrica cuando no se use, desactivando así la función de espera o stand by. Ya sea de forma manual o mediante dispositivos que nos faciliten la tarea, hacerlo supondrá una considerable reducción en el recibo y será un gesto eco-amigable por el planeta.
Lo cierto es que la teoría no siempre es fácil de llevar a cabo, y éste es uno de esos casos. Así, puesto que resulta difícil y fatigoso estar enchufando y desenchufando la vitro, una opción es hacerlo sólo cuando vaya a estar sin usar durante un tiempo (fin de semana, vacaciones, etc.). Es importante conocer estos trucos no para dejar que nos esclavicen, sino para un uso estratégico que nos ayude a ahorrar energía cuando nos resulte factible.
5 consejos para ahorrar
Entre los consejos más generales relacionados con la eficiencia energética en el hogar, muchos de ellos se refieren al buen uso de los electrodomésticos. En este post resumimos los relacionados con la vitrocerámica en unas cuantas sugerencias prácticas. Toma nota de los siguientes cinco consejos:
1. Desconectarla cuando no se use: Apagar el enchufe que alimenta al horno y la placa vitrocerámica permite un ahorro de en torno al diez por ciento en el recibo energético. Como hemos apuntado, podemos buscar un modo cómodo de hacerlo o desenchufarla sólo cuando no vayamos a utilizarla durante un tiempo.
2. Adaptar el tipo y tamaño del cacharro: No sólo el tamaño para que se ajuste al diámetro del fuego o para que sea superior a éste. También hemos de procurar que las sartenes, ollas, etc. sean de un material idóneo para el tipo de vitrocerámica. Los imanes han de pegarse bien a la base.
3. Preferir la vitro de inducción: Frente a la vitrocerámica convencional, la que tiene placas de inducción es más eficiente. No en vano, consume casi la mitad que aquella.
4. Tapar los recipientes: Tapaderas de cualquier tipo, desde las normales hasta las que cierran a presión, ayudan a cocinar más rápido y aprovechando la potencia en mayor medida. Eso sí, hemos de tener cuidado si hay demasiado líquido porque podría salirse fácilmente. Si tapamos la cazuela conseguiremos los mismos resultados con una menor potencia. Tenerlo en cuenta es importante tanto para no despilfarrar como para que el plato quede en su punto. En caso contrario, podría quemarse.
5. Tamaño de fuego: En la vitrocerámica normal, el tamaño del fuego es importante a la hora de conseguir mayor o menor eficiencia, y precisamente por ello es clave usar el recipiente más pequeño posible y centrarlo, sin que el diámetro del fuego sea superior con el fin de que no sobresalga. Por contra, si disponemos de una vitrocerámica de inducción, el tamaño del fuego está más relacionado con el tiempo de cocción que con la eficiencia, lo que no impide que sigamos el resto de los consejos en cuanto a tamaño del recipiente, taparlo y centrarlo.