La contaminación hace menos efectiva la vacuna de la gripe

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Dentro de unos días, como cada año, comenzará la campaña de vacunación contra la gripe. Una vacuna cuyos efectos se están viendo minimizados por la contaminación existente en el ambiente y a la que está expuesta el ser humano. En concreto, son unas toxinas ambientales las causantes de este problema: dioxinas. Pero, ¿cómo influyen?

Toxinas

Las dioxinas son sustancias químicas, que al igual que los bifenilos policlorados (PCB), son frecuentes en la producción industrial, en la incineración de residuos y en algunos productos de consumo, incluyendo los relacionados con el sector agroalimentario. Productos estos últimos que hacen que estas toxinas pasen al cuerpo humano.

La exposición a esas sustancias químicas y sus efectos en la salud han sido estudiados dentro de una investigación realizada por el Centro Médico de la Universidad de Rochester (Estados Unidos).

Y las conclusiones son claras. La exposición materna a la contaminación industrial puede dañar el sistema inmunológico de la descendencia, daño que además se transmite a generaciones posteriores, produciéndose un debilitamiento del sistema inmunitario frente a infecciones como la del virus de la gripe.

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Esto explicaría por qué se observan variaciones en los episodios de gripe estacional y pandémica. Además, hay que tener en cuenta otro aspecto: las vacunas contra la gripe tienen más efecto en unas personas que en otras.

Y, aunque las mutaciones de los virus y otros factores pueden estar también detrás de esta mayor o menor efectividad de la vacuna, lo cierto es que la exposición a esas sustancias químicas interfiere en la protección.

Las pruebas

Así lo refleja el trabajo que se hizo con ratones preñados y expuestos a niveles relevantes de dioxinas. En ellos se observó que la producción y función de glóbulos T citotóxicos (glóbulos blancos que defienden al cuerpo frente a virus y bacterias) se vio afectada cuando los ratones fueron infectados con el virus de la influenza A.

Esta menor respuesta inmunitaria se observó en la descendencia de los ratones de las madres expuestas a la dioxina y en generaciones posteriores, llegando incluso al equivalente a los bisnietos en el ser humano.

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