Abrir la boca cuando vemos estas lámparas por primera vez es casi un acto reflejo, algo fácil de adivinar si consideramos que están hechas con algo tan insólito como decenas de tubos de ensayo que parecen recién salidos de cualquier laboratorio.
En realidad, en esta ocasión el experimento no se hace en ellos, sino con ellos, y el resultado tiene un pinta fantástica que recuerda bastante a las típicas lámparas de araña, taaan cristalinas y hechizantes.
El invento es polaco, salido de la mente de un diseñador que se hace llamar Pani Jurek y que dice haberse inspirado en un famoso químico y físico patrio, una tal Marie Sklodowska Curie. Aunque, lógicamente, su objetivo era sacar afuera los objetos científicos, darles un nuevo uso y conseguir que sirvieran para algo útil.
Decorarla con flores, agua de colores…
Sin duda, el objetivo se ha cumplido de sobra, y añadiría que con nota, pues toda lámpara resulta un objeto práctico, en mayor o menor medida. Además, en este caso la creatividad es un plus admirable, tanto si rellenamos los tubos con agua coloreada como si introducimos flores o cualquier otro elemento que quepa.
¿Una lámpara florero, un pequeño monumento al reciclaje…? Ambas cosas, y mucho más, pues no sólo permite transformarla en lo que se desee, algo genial si de reciclar hablamos -anima a reutilizar otros objetos, a su vez-, sino también por constituir un bonito ejemplo de lo que puede hacerse con un mucho de imaginación y un poco de intención.
El mismo autor tiene una página en Etsy en la que podemos ver algún que otro producto ecológico, e incluso vende tubos de ensayo para que nos hagamos nosotros mismos la lámpara, aunque siempre sería mejor que fuesen reciclados si pretendemos hacer una obra lo más verde posible. ¿O no?