El consumo de ibuprofeno y de otros medicamentos acaba afectando a los ecosistemas acuáticos, pues aun depurando las aguas residuales una parte de esos compuestos (variable, según el tipo) se libera al medio ambiente.
Los medicamentos, como es bien sabido, los eliminamos a través de la orina o echándolos directamente el wc, una práctica que ocasiona grandes problemas ambientales a largo plazo.
Medicamentos que acaban en el mar
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria publicado en Science of the total Environment sobre la cantidad de medicamentos que pueden encontrarse en las aguas residuales de una depuradora, en éstas quedan restos que no acaban de eliminarse.
Mediante mediciones periódicas, se observó que las aguas residuales de la depuradora de Ingenio, Agüimes o Santa Lucía, municipios de tipo medio, contenían restos de fármacos, concretamente un promedio de 59,2 microgramos de fármacos o metabolitos de fármacos.
Los restos de los fármacos que se encontraron eran de muy distinto tipo, abarcando más de una veintena de medicamentos de tipo antibiótico, antidepresivo, medicinas contra el colesterol, protectores estomacales o, por ejemplo, antiinflamatorios.
Si bien son cantidades que no suponen un riesgo específico para determinados organismos presentes en el ecosistema marino, el estudio también concluye que parte de esos compuestos se liberan al entorno, sea el mar o un río o a una red de riego, pudiendo provocar problemas ambientales «no deseados».
Los científicos han elaborado un indicador del riesgo a partir de la presencia de los compuestos en el agua para las algas, las dafnias (crustáceos) y los peces), concluyendo que «los restos estudiados no presentan un riesgo significativo» salvo en el caso del gemfibrozilo (un fármaco anticolesterol), el ibuprofeno y un antibiótico denominado ofloxacino. De este modo, alertan al respecto, puesto que constituye un elemento desequilibrador del ecosistema acuático de que se trate.