Pesticidas sistémicos, otra razón para comer ecológico

Pesticidas agricultura
Los pesticidas no son plato de buen gusto. Ni siquiera para aquellos que los comen sin reparos, qué duda cabe. ¿Pero, y si esos plaguicidas van más allá de lo que muchos creen? ¿Y si además de localizarse en la superficie se encontraran también en el interior de las hojas del vegetal o en la pulpa de la fruta?

No, no es una pesadilla. Es algo peor, si cabe, precisamente porque el interrogante es en realidad una afirmación. Tan real como la vida misma. El culpable de este mal sueño es un tipo de plaguicida que actúa de forma sistémica.

Como puede imaginarse, conocerlo no es quererlo, pero es importante saber de él para ser consumidores conscientes. Y es que, como ocurre tantas veces en la agricultura convencional, la simple información basta para buscar un agujero por el que escapar.

¿Qué son los plaguicidas sistémicos?

A priori, los plaguicidas «sistémicos», también llamados neonicotinoides, son una razón de peso para elegir los productos ecológicos. Pero conozcamos un poco más sobre ellos para tener una opinión formada.

En lugar de pulverizarse, a modo de fumigación, son absorbidos por la planta, transportándose a todos los tejidos, normalmente desde las raíces. Es decir, el pesticida la recorre entera a través del sistema vascular de la planta. Ello incluye las hojas, las raíces, los tallos, las flores, los frutos…

Su uso esporádico, destinado a tratar plagas, ha dado paso a un abuso constante. Actualmente, además de añadir al agua de riego se utilizan cada vez más como preventivo para tratar suelos o semillas.

Sus efectos pueden durar años y su actuación no discrimina, con lo que afectan a la salud de las personas y a especies benéficas. Si bien sus efectos a largo plazo todavía se desconocen, nadie duda de que su exposición directa provoca envenenamientos.

Incluso exponerse a niveles bajos de pesticidas resulta peligroso, pues estos compuestos químicos son nefastos para la salud. Mientras la ciencia estudia sus efectos a largo plazo, los datos y el sentido común hacen buena aquella frase de más vale prevenir.

En el día a día, hay que tener en cuenta que estos nuevos pesticidas no se eliminan mediante lavados ni siquiera pelando frutas u hortalizas. Y la razón la adelantábamos al inicio el post.

Al ser sistémicos, los pesticidas se encuentran en la misma carne de la planta. Por lo tanto, no hay manera de escapar de ellos si consumimos productos procedentes de la agricultura convencional. ¿La alternativa? Abstenerse de comerlos o apostar por lo orgánico.

Una amenaza para la biodiversidad

Además de su impacto para la salud, resultan altamente nocivos para el medio ambiente. Así, al menos, lo ha concluido un estudio que analiza toda la literatura científica que existe sobre este particular.

Durante más de cuatro años, los científicos analizaron más de 800 investigaciones publicadas revistas científicas de prestigio para, finalmente, confirmar que los plaguicidas sistémicos son un riesgo grave.

Hortalizas
El estudio los compara con los pesticidas organofosforados, unos compuestos altamente tóxicos que también se usan en la agricultura.

El problema a nivel ambiental se centra en la destrucción de biodiversidad. Entre otros problemas, su impacto provoca el declive del los polinizadores y afecta también a las aves agrarias. Es decir, pone en jaque la seguridad alimentaria mundial.

Su uso es muy común. Se utiliza en más de 120 países y en 2011, con un mercado de 2.600 millones de euros anuales, apuntan los investigadores. El trabajo ha sido llevado a cabo por Task Force on Systemic Pesticides, un grupo internacional de científicos que asesora a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y, más allá de su conclusión, reclaman una urgente regulación de estos plaguicidas.

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