Tener gestos eco amigables en la compra no significa solo comprar alimentos ecológicos, con sus respectivos logos que certifiquen su procedencia de la ganadería ecológica.
Además de optar por productos orgánicos convencionales, hay otras muchas decisiones que pueden hacer una gran diferencia a distintos niveles, mejorando nuestra salud, la del planeta y también la economía local.
Ventajas de comer local y de temporada
En efecto, además de comer ecológico, optar por los alimentos frescos y, aún mejor, locales, se traduce en numerosas ventajas, entre otras las que vamos a repasar en este post. En primer lugar, la comida local que también es ecológica nos llega a través de canales informales que nos ayuden a conseguir un mejor precio sin renunciar a los beneficios de la alimentación bio.
Ya sea mediante la economía colaborativa o simplemente estableciendo contacto directo con los agricultores podemos obtener productos locales, ecológicos y de temporada sin necesidad de pagar más. A su vez, apoyamos la economía de nuestro entorno más inmediato.
No en vano, consumir productos locales es beneficioso para activar la economía local, lo que supone un apoyo indirecto para nosotros y para las personas que nos rodean. Para hacernos una idea de la importancia clave de estos pequeños grandes gestos, todo lo gastado en productos cercanos generará más del doble para la economía local.
Por otra parte, los productos locales son mucho más frescos. Al no tener que recorrer largas distancias rezuman vida y tienen una huella de carbono mas ligera, al tiempo que pueden llegar a estar semanas e incluso meses en congeladores. Lógicamente, esa frescura se traduce en nutrientes de mayor calidad, del mismo modo que conseguiremos una mayor concentración de nutrientes.
Frente a aquellos, será más fácil que los productos locales y de temporada se cosechen en el momento óptimo de maduración. Por lo tanto, también por esta misma razión los alimentos tienen más nutrientes e incluso saben mejor.
Un alimento recolectado hace unas horas o pocos días tiene mucho más sabor y propiedades nutricionales que uno mantenido e incluso madurado en cámaras, y además durarán más tiempo en casa, con lo que prevenimos que se pasen y, finalmente, acaben en el cubo de la basura.
Descubrir a los productores cercanos en mercados o en puntos de encuentros creados por la economía colaborativa puede ser un paso decisivo a la hora de comer más ecológico a buen precio. Aprovechar la creciente tendencia actual en este aspecto, impulsada por internet, puede abrir muchas posibilidades.
En ocasiones, también es fácil encontrarlos en pequeños comercios de barrio, pues algunos de ellos abastecen a las típicas tiendas de esquina. El boca a boca, en estos casos, es una excelente opción para indagar al respecto, así como acudir a ferias regionales de alimentos bio o hacer pesquisas propias a través de la red. No en vano, internet se ha convertido en una salida interesante para emprender negocios basados en materias primas bio, locales y de temporada.
Es igualmente fácil primar estos productos optando por los alimentos no procesados. No solo porque resultan más económicos y saludables, sino porque su ciclo de vida es mucho más ecológico: el impacto ambiental muy probablemente será menor, y también supondrá un buen ahorro en envases y envoltorios en general.
En definitiva, aún sin comprar productos ecológicos, en sentido tradicional, nuestra compra y forma de alimentarnos puede tener un plus verde. Si además los productos son bio, entonces habremos conseguido una compra maestra que beneficiará a nuestro bolsillo, al medio ambiente y a la salud de toda la familia. Hacer un pequeño esfuerzo para lograrlo bien vale la pena.