Los pañales de tela se consideran una alternativa ecológica. Frente a los pañales de celulosa, que suponen gigantescas montañas de basura cada día o, lo que es lo mismo, millones de toneladas anuales, no cabe otra conclusión. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y si bien la opción eco-amigable tiene sus ventajas, también adolece de inconvenientes que conviene conocer.
En este post vamos a subrayar tanto unas como otros, y con respecto a los puntos débiles, haremos de abogado del diablo para así ser consumidores mejor informados y responsables. Solo así podemos tomar decisiones inteligentes que cuiden nuestra salud, el bolsillo y el planeta.
Las principales ventajas
Las ventajas de los pañales de tela son obvias, entre ellas el ahorro de celulosa y, con ello, la protección de bosques, sean o no certificados, pues esos espacios podrían dedicarse a otros cultivos. Igualmente, en su producción, los pañales exigen un uso intensivo de agua, cloros y otros químicos que suponen un fuerte impacto para el planeta.
Además, los pañales de tela previenen mejor las dermatitis y si usamos telas de algodón orgánico o de otros materiales sostenibles como los fabricados con fibra de bambú, tendrán ese plus, de gran valor para los consumidores ecológicos. A su vez, su misma composición hace que el bebé transpire menos.
También hay inconvenientes
Optar por los pañales de tela no significa hacerle un favor al medio ambiente. Siendo exactos, estamos haciéndole un mal menor, y agradecerlo, lo agradece, pero nadie le quita que la costumbre de los peques de rellenar pañales suponga un disgustillo para el planeta.
En efecto, los pañales de tela no son de usar y tirar, algo positivo a nivel ambiental, pero precisamente por esta misma circunstancia suponen un uso de recursos que a nivel macro supone un enorme abuso. Así las cosas, el mero hecho de tener que lavar los pañales de tela gasta agua y electricidad, mayor o menor en función de nuestras costumbres a la hora de hacer una colada eficiente, con cargas completas. Si, además, utilizamos la secadora, la huella de carbono se dispara.
Finalmente, pensando en todo, en este mundo lleno de prisas, dedicar tiempo a cambiar pañales de una forma mucho más engorrosa es toda una hazaña. La ventaja de usar y tirar, y tener siempre uno nuevo esperando para colocarse en un santiamén difícilmente puede competir con los pañales de tela, que requieren un sacrificio en cuanto a mantenimiento, colocación (muy a menudo los cierres son problemáticos). Desechar, frente a lavar… Es tremendamente fácil entender por qué son tan populares los pañales modernos.
Las multinacionales que fabrican pañales convencionales tenían que reaccionar ante la creciente concienciación social, que demanda tanto productos sostenibles como saludables. Y en algunas de sus gamas están ofertando un producto que responde en mayor medida a este tipo de exigencias. Sin embargo, no deja de ser una aportación anecdótica. Hoy, por hoy, al menos, no puede afirmarse otra cosa. Eso sí, las excepciones que confirman la regla son cada vez más interesantes y las nuevas tecnologías nos pueden deparar sorpresas agradables. Lo serán, sobre todo, cuando en lugar de ser una alternativa estemos hablando de una tecnología disruptiva, con lo que dejarían de producirse pañales altamente contaminantes prácticamente de un día para otro.
La nueva generación de pañales biodegradables supone una alternativa más respetuosa con el medio ambiente, pero los pañales de tela siguen ganando como opción ecológica. Además, se está avanzando en la invención de pañales que no solo son biodegradables, sino que cuidan su composición para resultar todo lo natural posible. Casi, casi, son pañales orgánicos, aunque su fabricación es un duro golpe para el planeta.