¿Qué es la obsolescencia programada?

Obsolescencia programada
Compramos, se estropea lo comprado y lo tiramos. Volvemos a comprar, más temprano que tarde el aparato se vuelve a estropear y a tirarlo de nuevo. Es el círculo vicioso de nuestro día a día. Se le llama consumismo, y estamos más que familiarizados con él, si bien sus entresijos se nos escapan las más de las veces, como ocurre con el concepto de la obsolescencia programada, clave para entender la dinámica de la escasa durabilidad de los objetos que compramos.

La obsolescencia se refiere sobre todo a los aparatos electrónicos y es prácticamente la antítesis de la filosofía sostenible de las tres erres, aquella que nos habla de reutilizar, hacer durar, reciclar… Por contra, se relaciona con el despilfarro, el derroche de materias primas, con la polución y engloba numerosas prácticas que buscan alimentar a la economía a escala, es decir, al empresario.

Obligados a seguir comprando

Básicamente, puede afirmarse que la obsolescencia programada es la elaboración consciente de productos de consumo que se volverán obsoletos a corto plazo por un fallo programado o una deficiencia que se conoce perfectamente y no interesa remediar.

Es decir, de forma general puede definirse como el conjunto de técnicas que buscan reducir de forma deliberada la duración o la vida útil de un producto para buscar su reemplazo. De forma indirecta, se obliga al usuario a estar comprando de manera continua para sustituir su producto, ya sea por considerarlo periclitado o estropeado.

Un grave problema ambiental

Así es, esta práctica puede afectar a artículos casi de todo tipo, desde ordenadores o televisores a monitores, cámaras fotográficas, teléfonos móviles, microondas, neveras… Seguro que nos vienen a la mente un sinfín de ejemplos de objetos que hemos adquirido y pudimos comprobar que estaban programados para durar poco tiempo.

Basura electronica
Cuando acudimos al servicio técnico, normalmeente nos dicen que arreglarlo cuesta más dinero que comprar uno nuevo, pero esa nueva adquisición volverá a sucumbir a la obsolescencia programada, con el consiguiente gasto económico y problema de contaminación ambiental, pues los residuos son tremendos.

Y lo mismo ocurre con otros muchos objetos de consumo, cuya vida útil no es como la de antaño, como los muebles, las bicicletas, los accesorios del hogar y de ocio, por poner un ejemplo. No en vano, cada día generamos 7.000.000.000 kg de desechos, un kilo por persona, y su aumento en exponencial en el caso de la electrónica, mientras los recursos se agotan.

Francia la penalizará

¿Por qué no se prohibe la obsolescencia programada? Casualmente, los diputados franceses han aprobado recientemente castigarla penalmente. Los fabricantes que practiquen la obsolescencia programada podrán acabar a la sombra. En concreto, si se demuestra el engaño se enfrenta a una pena máxima de dos años de prisión y una multa de 37.500 euros.

La aprobación de la enmienda, una iniciativa del partido ecologista, se realizó para su inclusión en el proyecto de ley sobre la transición energética, ya que se considera una vulneración de los derechos del consumidor la planificación de la duración de los electrodomésticos, bombillas y electrodomésticos en general. Por lo tanto, lejos de ser una leyenda urbana, la obsolescencia programada es un hecho más que constatado.

«Los productos que utilizamos en la vida cotidiana son a menudo programados por el fabricante para que dejen de funcionar después de un cierto número de usos», dicen los autores de la enmienda. De este modo, se busca evitar problemas ambientales y una merma del poder adquisitivo de los hogares.

Por su parte, en España, sindicatos y organizaciones civiles han solicitado al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que la nueva norma sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos -Ley de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE)- incluya medidas que fomenten la prevención y la preparación para la reutilización. La RAEE debe implantarse este año.