En cuestión de sillas, el arte del reciclaje se luce de forma brillante en numerosas ocasiones. De hecho, aquí hemos visto sillas de todo tipo, desde las fabricadas con tapones o botellas o plástico PET reutilizado hasta otras llenas de color o aquellas otras con formas inverosímiles. En esta ocasión, la sorpresa también está asegurada, pues se han realizado con una materia prima tan poco común como son los palos de escoba.
Tras unir unas cuantas docenas de forma ingeniosa, el resultado han sido unos asientos de madera calcados a las típicas sillas plegables de toda la vida. Sin embargo, también es cierto que son muy distintas de ellas, algo evidente por un sinfín de detalles. Por ejemplo, resulta curioso observar cómo se han aplanado los palos colocados en el lugar tradicionalmente destinado al descanso de las posaderas.
El resultado son unas sillas de lo más rústicas e ingeniosas, que no dejan de asombrar por más que las mires y remires, un trabajo de artesanía llevado a cabo con éxito por el diseñador holandés Reinier de Jong.
Las huellas de su uso
Aunque algunas de ellas han sido pintadas, se Jong prefiere las que no lo están porque muestran las huellas de su antiguo uso, algo que, tratándose de una obra de arte del reciclaje, lejos de ser un defecto las hace más interesantes.
Concretamente, cada silla ha necesitado diez metros en total de palo de escoba o de palas e incluso de barandillas. Cualquier elemento que se asemeja a un palo de escoba y tenga su grosor (poco menos de tres centímetros de diámetro) es susceptible de utilizarse en el proyecto, apunta su creador, que las recoge y se ha comprometido a donar un euro a causas sociales por cada metro útil conseguido.