Tres buenas razones para no hacer tus propios cosméticos

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En este blog solemos animar a hacer cosméticos en el hogar. No grandes fórmulas, ni utilizando demasiados ingredientes sino más bien al contrario. Básicamente, apostamos por utilizar unos pocos productos que podemos encontrar en la cocina o simplemente por aplicar uno o dos de ellos, sin más complicaciones.

En este post vamos a dar algunas razones de peso por las que hacerse cosméticos propios dedicando tiempo, esfuerzos y dinero a ello realmente no vale la pena. No dudamos de que haya motivos que aconsejen lo contrario, pero aquí nos centramos en tres posibles inconvenientes.

¿Cosmética DIY sí o no?

Conocerlos y, aún mejor, tenerlos en cuenta, puede ayudarnos a plantearnos si realmente vale la pena introducirnos en el proceloso mundo de la cosmética DIY.

No en vano, en esto de tomar decisiones es importante contar con argumentos a favor y en contra. Precisamente porque la fabricación de cosméticos casi a nivel profesional está proliferando en las redes, podría venirnos bien contar con buenas razones para no hacerlo.

También es cierto que la solución idónea podría estar en combinar todas las opciones. No sería raro que así fuera, puesto que la cosmética abarca tantas áreas. Como siempre, la decisión es nuestra, y lo que en unas ocasiones nos pueda parecer claro y evidente, en otras quizá la mejor opción sea la contraria.

En definitiva, nada es blanco o negro, pero sí hemos encontrado tres razones en contra:

1. Son elaboraciones complejas: Cuando pretendemos emular los cosméticos que se comercializan, sean o no bio, es necesario contar con un sinfín de ingredientes. Siempre, salvo fórmulas sencillas con componentes muy simples, que no entrarían en este concepto.

Salvo excepciones, se necesita contar con un sinfín de conservadores, bien de síntesis u orgánicos, con el objetivo de conseguir un resultado durable. Si bien podemos pensar que no hay nada mejor que hacerlo nosotros mismos, sobre todo cuando apostamos por la cosmética natural, lo cierto es que por un lado tenemos los ingredientes puros o fórmulas que podemos hacer en un instante, y por otro la cosmética comercial.

¿Realmente valen la pena la una y la otra? Pueden ser opciones excelentes, por supuesto. Desde aplicar aceite de oliva u otro aceite vegetal en el cutis o en el cabello hasta optar por interesantes marcas que ofrecen productos estupendos.

2. ¿Realmente es bio?: Aunque pongamos todo nuestro empeño en buscar ingredientes naturales, no olvidemos que serlo no significa necesariamente ser ecológicos. Sin embargo, si optamos por productos bio simples como vegetales, aceites o huevos, pongamos por caso, será más fácil controlar su procedencia y, por otra parte, los cosméticos con certificación bio también ofrecen una garantía al respecto.

3. ¿Es necesaria tanta parafernalia?: Además de tener que contar con una interminable lista de ingredientes, cuando se va avanzando se van necesitando utensilios y más utensilios que impulsan al consumismo.

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Además, los productos obtenidos no suelen tener una duración larga, con lo que hay que estar muy atentos a su uso o hacer pequeñas cantidades, con la incomodidad que ello supone. Será fácil también tirar más de la cuenta por pasarse la fecha y nos expondremos a aplicarnos productos en malas condiciones por desconocimiento o descuido.

Obviamente, existen otras razones de cajón que no es necesario enumerar. Entre otras, ahorramos tiempo, evitamos el esfuerzo y el inevitable riesgo que corremos cuando utilizamos y mezclamos ingredientes que no conocemos lo suficiente.

Por último, de nuevo es importante incidir en lo interesante que resulta conocer fórmulas muy sencillas, de elaboración casi inmediata. La mayoría de ellas no precisan sino mezclar unos pocos ingredientes o su aplicación directa, y su aplicación es por lo general inmediata, si bien algunas son pócimas que podemos guardar durante un tiempo, ya sea a temperatura ambiente o en la nevera.

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