El compost doméstico es un fertilizante para el suelo que conseguimos gracias a la simple fermentación de desechos orgánicos que generamos en el hogar. Alrededor de un tercio de la basura puede utilizarse para ello, mediante el uso de una compostadora hecha en casa o comprada que, en función de su tamaño y del espacio disponible, suele ubicarse en el jardín o en el mismo balcón.
También se pueden aprovechar restos de podas o las mismas hojas otoñales que caen al suelo para enriquecerlo y, de paso, reducir nuestros desechos. Y es que compostar es, en suma, una manera sencilla y natural de encontrar utilidad a unos residuos que suponen un problema ambiental.
Las ventajas de compostar
En este post veremos tres ventajas que obtenemos cuando realizamos el compost en el hogar. Son tres buenas razones por las que empezar a hacerlo o seguir haciéndolo, beneficios para el entorno y también para nuestro bolsillo:
1. Reducimos los desechos orgánicos domésticos: Como hemos apuntado en la introducción del post, compostando podemos vaciar hasta un 30 por ciento de la basura doméstica. De esta manera tan sencilla y natural conseguimos un abono que será idóneo si tenemos un huerto orgánico.
El reciclaje natural que implica el compostaje será un elemento clave para el autoconsumo de alimentos ecológicos en estos casos, y utilizado en jardines ornamentales también nos ayudará a cuidar el entorno y, tanto en huertos como en jardines será una manera económica de abonar a nuestras plantas.
Además de evitar un buen porcentaje de los desechos orgánicos estamos llevando a cabo una labor ambiental adicional, ya que evitamos tener que recurrir a productos comprados. Independientemente de que sean fertilizantes químicos u orgánicos, al comercializarse implican una huella de carbono y contaminación en la fabricación del productos y de los envases.
Convertir los desechos en fertilizante natural, por último, es hacer un gesto ecológico que puede inspirar a amigos y familiares. Aunque el compost es un abono orgánico muy popular, como ocurre con tantas otras cosas, pasar a la acción no es fácil, y con nuestro gesto animamos a otros a hacerlo.
2. Fomentamos la biodiversidad: Practicando el compostaje doméstico evitamos el uso de productos químicos, lo que supone enriquecer la tierra de forma mucho más respetuosa con el entorno. En concreto, el compost mejora las condiciones físicas y biológicas del suelo, de lo que se deriva una mayor fertilidad del mismo.
No en vano, los microorganismos que transforman los desechos en abono al contacto con el agua y el oxígeno crean un hábitat idóneo para que vivan insectos que, como las lombrices, enriquecerán la calidad de la tierra y ayudarán a que el ecosistema sea más receptivo para la vida.
Al ser un abono orgánico sirve de alimento a los organismos que viven en la tierra, promoviendo una microflora y microfauna. Su existencia nos garantiza que se van a realizar procesos de importancia dinámica para el suelo. Todo ello se traducirá en un mayor crecimiento de las plantas y en un entorno idóneo para que la biodiversidad ayude a equilibrar el ecosistema.
3. Reducimos el uso de químicos Podemos emplearlo no solo para abonar plantas de maceta, jardinera o árboles, sino también para mejorar y fortalecer el suelo del césped, en el que normalmente se suele utilizar gran cantidad de abono convencional.
Frente al uso de fertilizantes químicos, la calidad de asimilación es muy superior, precisamente por esa actividad biológica de tipo microbiano que produce el compost. Incluso nos ayuda a ahorrar en plaguicidas sintéticos, puesto que la actividad microbiana del compost mejora la calidad del suelo, con lo que además de abonar prevenimos plagas y enfermedades.