Se acerca el comienzo del curso. Millones de niños comenzarán sus clases las próximas semanas. Hay que prepararse para ello, adquiriendo libros, material escolar y ropa apropiada para estar en clase y jugar en el patio. Se puede hacer de forma ecológica y reducir el impacto medioambiental y, además, ahorrar dinero (lo ecológico casi siempre es, a la larga, más barato).
En primer lugar, hay que reutilizar todo el material que sea posible y comprar lo mínimo. Es importante conservar y reutilizar libros, lápices, bolígrafos, pinturas, reglas, de cursos pasados o de hermanos mayores que ya no los van a usar. Además de ahorrar dinero, se evita la acumulación de desechos y la contaminación producida al fabricar y distribuir todos esos productos. Como siempre, consumir lo mínimo es el comportamiento más ecológico.
Los libros escolares de hermanos mayores y amigos pueden reutilizarse, pero, para ello, han de haberse cuidado. Algunas asociaciones de padres de alumnos realizan campañas de recogidas de libros usados para que puedan ser útiles a los estudiantes. Si están tan ajados que no se pueden reutilizar, se deben reciclar o, mejor aún, donar a alguna ONG que los lleve a países donde serán bien recibidos.
En todo caso, casi siempre hay que comprar algo. En ese caso, es importante fijarse en si se han elaborado con materiales nocivos, si llevan etiquetas ecológicas o de calidad medioambiental, tal como los certificados ISO 14001 o el Reglamento Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría (EMAS).
En cuanto al papel, es preferible comprar reciclado y blanqueado sin compuestos de cloro. Si se compran materiales elaborados con madera, hay que fijarse en que llevan el distintivo FSC que certifica que la madera proviene de bosques gestionados de forma sostenible.
En especial, para esta nueva generación de estudiantes, hay que poner atención en los aparatos electrónicos y, del mismo modo que se hace con libros, cuadernos o bolígrafos, no es necesario comprar uno nuevo cada vez que se empieza el curso. Si se adquiere, que sea uno con una alta eficiencia energética. Además, hay que evitar usar pilas, pues contienen productos químicos muy contaminantes o, al menos, reciclarlas apropiadamente.
En cuanto a la alimentación, los centros educativos abusan a menudo de productos envasados. Lo más saludable y sostenible es consumir alimentos locales y de temporada, así como frutas y bocadillos hechos en casa. También hay que evitar las bebidas envasadas y usar recipientes, tarteras, cantimploras, etc., que pueden usarse más de una vez.
Por último, hay que cuidar la manera de ir hasta el colegio. Si el centro educativo está cerca de casa, se puede ir andando o en bicicleta, que es lo preferible. Si no, hay que prescindir si es posible del coche privado. De este modo, no se contribuye a los atascos de las grandes ciudades y se reduce la contaminación acústica y atmosférica.