Wristify es una pulsera con un raro nombre y una utilidad todavía mucho más extraña. Por otro lado, su diseño no es su fuerte, ni siquiera algo mínimamente importante al lado de sus increíbles superpoderes, capaces de inhibir las sensaciones de frío y calor.
Su ambicioso objetivo no es otro que conseguir que las personas sientan un confort térmico en todo momento para así reducir el consumo energético en los hogares o en otros ámbitos, con el doble beneficio económico y ambiental que ello supondría.
El invento todavía no se comercializa, pues todavía se encuentra en la fase de prototipo, pero ya ha sido galardonado. Los cuatro estudiantes de ingeniería que son padres del ingenio se han repartido los 10.000 dólares del primer premio conseguido en un concurso del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Menor consumo energético
Si por un lado está claro que se pretende reducir el consumo energético a costa de gastar menos en calefacción y aire acondicionado, por otro queda la incógnita de saber cuál es el precio que hay que pagar por ello en cuestiones de salud.
Sea como fuere, lo que sí sabemos son detalles técnicos de la pulserita, cuya batería aguanta hasta ocho horas haciendo su trabajo. Es decir, controlando la temperatura corporal y ambiental mediante el envío de ondas imperceptibles de calor o frío en función de la temperatura que detecte en la persona y en el entorno.
«Actualmente, en los edificios se utiliza una cantidad increíble de energía sólo en calefacción y refrigeración, con un gasto que supone el 16,5 por ciento de energía primaria que se consume en Estados Unidos», explican sus inventores. Ellos están convencidos de que Wristify puede significar un antes y un después en el despilfarro energético sin sacrificar el confort ambiental, pero cuesta imaginar que así sea.