El aire de un espacio interior puede y, por desgracia, también suele estar más polucionado que el del exterior. Aunque tendamos a pensar que lo más nocivo es la atmósfera sucia por el tráfico rodado y la contaminación procedente de las industrias, en nuestro hogar o en otros lugares cerrados se concentra la polución ambiental.
Los expertos alertan sobre un sinfín de fuentes de contaminación que empeoran la calidad ambiental en el entorno doméstico. Además de la típica presencia de ácaros, insectos, pelos de mascotas y demás alérgenos, hay que sumar riesgos como los materiales plásticos, barnices, pinturas y una larga lista de materiales de construcción que enrarecen la atmósfera y pueden llegar a provocar problemas.
Numerosos materiales sintéticos resultan tóxicos al contacto o por inhalación, en efecto, pero no sólo hay que tener cuidado con los productos artificiales, sino también con otros naturales. Sin ir más lejos, una excesiva concentración de polen o de aceites esenciales puede resultar nociva o, tal y como advierte un reciente estudio, incluso el calor natural que ofrecen las almohadas y edredones de plumas o plumón pueden provocar la fibrosis pulmonar idiopática, una enfermedad respiratoria grave.
Partículas nocivas
La aireación diaria de las estancias del hogar es fundamental para renovar el aire. Bastarán diez minutos para conseguirlo, siendo recomendable evitar las horas de mayor tránsito. En caso de ser alérgicos al polen en periodos críticos como la primavera conviene hacerlo a media mañana, es decir, evitar los momentos de mayor concentración de polen en el aire, como son las primeras horas del día y el atardecer
Otros aliados tremendamente valiosos para mejorar o mantener la atmósfera en buen estado son la aspiradora (mejor que barrer o pasar el plumero) y los purificadores de aire de calidad, especialmente si hay mascotas (gatos, perros o pájaros sobre todo), fumadores en casa o si utilizamos chimeneas naturales, si bien ambos extremos son perjudiciales. En todo caso, las chimeneas deberían estar bien cerradas, todo lo herméticas posible para no llenar el aire de partículas de ceniza y humo.
Un truco muy efectivo para la limpieza de superficies consiste en pasar un paño mojado en agua, sin más. Con ello lograremos no sólo recoger el polvo sin esparcirlo y, al tiempo, prescindimos de limpiadores químicos que añadan un plus de polución. Igualmente, se hace necesario renovar los filtros del aire acondicionado cada cierto tiempo.
Olores y humedades
Los olores desagradables también son un problema que va más allá de la pituitaria. Aunque la ciencia todavía tiene mucho camino que recorrer sobre esta cuestión, es un hecho que las pestilencias o simplemente los olores tóxicos llegan a nuestro organismo a través de la respiración, entrando por la nariz hasta llegar a los pulmones, desde donde se introducen en el sistema circulatorio.
Ya provengan de mohos, hongos o, por ejemplo, de productos de olores agresivos por su composición química (limpiadores domésticos, tuberías en mal estado, insecticidas, etc.), en todos los casos son elementos que deterioran la calidad ambiental y amenazan nuestra salud. Por lo tanto, la solución será eliminar la causa del problema o, en todo caso, controlar en la medida de lo posible su proliferación con el control de temperaturas, humedad del aire o incluso llevando a cabo obras en casa para solucionar problemas de infraestuctura.
La luz artificial utilizada bien avanzada la noche es otro elemento nocivo que puede llevar a ganar peso, independientemente de los hábitos alimenticios, por lo que podríamos estar hablando de contaminación lumínica que impide el normal funcionamiento del organismo. Además, si queremos cuidar todos los aspectos, mantengamos alejada la tecnología de los dormitorios y no confundamos confort con exceso de calor en invierno y de frío en verano. Nuestro organismo agradecerá un ambiente ligeramente climatizado para que el cuerpo aprenda a luchar contra el frío y el calor, es decir, para que se mantenga más saludable.