Con los incendios es habitual que produzcan modificaciones en las especies animales que viven en la zona por la quema de las plantas y árboles que se ha producido. Regenerar las áreas afectadas por el fuego es difícil y lleva su tiempo, pero tampoco es imposible. Un ejemplo se ha encontrado en Canarias, donde se ha recuperado la población de pinzones azules.
La recuperación
Tras el incendio que tuvo lugar en Gran Canaria en el año 2007, en la zona se ha visto que se ha recuperado el pinzón azul (Fringilla polatzeki), población que no solo ha vuelto a estar presente, sino que ha aumentado considerablemente. De hecho, desde el año 2008, la población ha crecido de forma gradual hasta registrarse la mayor densidad con un aumento de casi el 24%, lo que supone unas 16 aves por kilómetro cuadrado.
El seguimiento de esta especie se ha realizado dentro de una investigación realizada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales MNCN-CSIC y la consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, entre otros participantes, con la que se ha podido conocer la resiliencia de esta especie, aparte de detectar las condiciones idóneas para su supervivencia.
Dentro de estos datos, que son fundamentales para poder reintroducir esta especie en otras áreas, destaca la gran resistencia que tienen estos pájaros ante eventos catastróficos. No obstante, la investigación hace un inciso porque se considera que la creación de la reserva integral de Inaugua, que es uno de los pinares mejor conservados de Gran Canaria, pudo contribuir a que se perdiera menos población de pinzón azul.
El mejor hábitat
El estudio también presta atención a otros factores que son fundamentales para la vida del pinzón azul como las condiciones orográficas, climáticas y el hábitat. En este sentido, la investigación refleja que estas aves viven y se reproducen mejor cuando están en pinares con árboles que superan los 15 ó 20 metros de altura.
Además, es mejor un hábitat de árboles que no sean muy densos, de manera que la cobertura arbolada oscile entre el 25% y el 50%, y que esté situado por encima de los 1.100 metros de altitud. Las lluvias también influyen, sobre todo, en verano. Se ha demostrado que la presencia de estas aves aumenta si llueve entre 13 y 24 litros por metro cuadrado en los meses estivales.
Son características que se pueden encontrar en otros pinares de Gran Canaria como el de Tamadaba, que ayudarían a la reproducción de estas aves y a su reintroducción en otras zonas.