Ser ecológicos puede ahorrarnos un buen dinero. Por supuesto, no hablamos del ecologismo snob, que parece disfrutar justo con todo lo contrario, gastando a mansalva en productos verdes, cuanto más caros y exclusivos, mucho mejor. En este caso es más sencillo. Basta con seguir una serie de consejos eco-amigables para notar la diferencia en el bolsillo.
La suma de pequeños gestos verdes realizados de forma cotidiana dentro de una forma de vida más comprometida con el cuidado del planeta obtendrá una recompensa a nivel ambiental que también se traducirá en el terreno crematístico. Afortunadamente para nosotros y para el planeta, ser ecológico tiene premio contante y sonante.
Ahorro doméstico
Las facturas del agua y de la luz pueden menguar de forma importante sólo con poner en práctica hábitos de consumo que favorezcan la eficiencia. Es decir, se trata de conjugar el confort con un consumo mínimo, el imprescindible, sin derrochar.
Instalar sistemas de ahorro de agua, bombillas de bajo consumo, mejorar el aislamiento del hogar, buscar alternativas al aire acondicionado, a la calefacción o instalar fuentes de energía limpia para el autoconsumo, como la solar o eólica también pueden hacer una gran diferencia, si bien estos últimos requieren una importante inversión que no se amortiza hasta unos años después.
Del mismo modo, practicar las tres erres del ecologismo (reciclar, reutilizar y reducir) es una fórmula infalible para no caer en el despilfarro ni el consumismo, en realidad la misma cosa. Y, por supuesto, en términos ideales las viviendas bioclimáticas serán idóneas para ahorrar sin dejar de tener una vida confortable en armonía con el medio ambiente.
Ahorro en el trabajo
Muchos de los consejos anteriores pueden aplicarse al entorno laboral. Desde trabajadores hasta pequeños empresarios o emprendedores tienen la posibilidad e incluso la responsabilidad de aplicar criterios ecológicos que deriven en buenas prácticas. Los cambios pueden ir desde desplazarse al trabajo andando, en bicicleta o transporte público hasta compartir coche, optar por el teletrabajo, instalar iluminación de bajo consumo o, por ejemplo, no abusar de la impresora.
El ocio y las vacaciones
Disfrutar de nuestro tiempo libre no tiene por qué estar reñido con respetar el medio ambiente ni tampoco ser más aburrido simplemente porque no seguimos pautas consumistas. Seremos más ecológicos y probablemente igual de felices si en lugar de planear una escapada de fin de semana en coche o tomar el avión para ir a un lugar remoto decidimos descubrir nuestra ciudad.
Nos sorprendería saber cuántos rincones maravillosos hay a nuestro alrededor, las mil caras de nuestra ciudad que todavía no hemos descubierto… o, por qué no, los espacios naturales que tenemos a un tiro de piedra, y a los que podemos acudir y recorrer en bici o haciendo senderismo.
Si podemos escoger medio de transporte, el tren puede ser más económico y placentero que el avión y, en muchas ocasiones, también nos ahorrará dinero con respecto al coche. En caso de optar por éste, también habrá una gran diferencia en función del modo de conducir y de la puesta a punto.
En efecto, un vehículo en buen estado (vigilar la presión de las ruedas, el estado de los filtros, bujías, etc.) provocan un mayor desgaste del mismo que afecta a la seguridad vial y a su huella de carbono, por lo que aumenta la polución. En este aspecto, la sobrecarga no es recomendable, ni siquiera cuando va en la baca.
A su vez, circular con marchas largas y a bajas revoluciones siempre que sea posible se traducirá en una conducción más segura y eficiente . Sobre todo en vacaciones, cuando hacemos trayectos nuevos, utilizar un GPS nos ayudará a no perdernos ni hacer trayectos más largos de lo necesario, una solución verde que también puede ser un seguro de vida.