Hacer un jardín y mantenerlo, tenerlo siempre bonito y bien cuidado puede costar un buen pellizco, sobre todo si practicamos la jardinería convencional. La jardinería ecológica, por contra, es una alternativa mucho más económica, que cuida el medio ambiente y nuestro bolsillo.
Eso sí, también es cierto que las plantas y productos ecológicos pueden salirnos mucho más caros incluso que los habituales. Nuestra apuesta nada tiene que ver con el uso y abuso de fertilizantes, abonos y pesticidas bio que, aprovechando la moda de lo ecológico, a menudo se comercializan a precios excesivos.
Si bien en ocasiones interesa optar por la tierra orgánica, abonos, plantas y plaguicidas orgánicos adquiridos en comercios, casi siempre encontraremos otras opciones más económicas y no por ello menos ecológicas. En este post veremos algunas de estas posibilidades basadas en ideas, trucos y remedios caseros.
Un jardín bio económico
Un primer consejo para jardineros que no quieren estar constantemente cambiando las plantas es prescindir en la medida de lo posible de las plantas estacionales. No solo por el gasto que supone renovarlas o sustituirlas, sino porque no suelen ser plantas autóctonas y su cuidado requiere de más complicaciones que las plantas nativas, más adaptadas al entorno.
Sería interesante elegir plantas autóctonas que crezcan bien, fáciles de cuidar, que prácticamente vayan solas, a ser posible plantarlas a partir de semillas procedentes de bancos de semillas nuestros o de agricultores o jardineros de la zona y, todavía mejor que mejor, preferir especies que estén en peligro de extinción.
En efecto, si guardamos las semillas y establecemos contacto con personas formen parte de comunidades que tengan un banco de semillas conseguiremos plantas más adaptadas al lugar. Ello se traducirá en un menor gasto y en la posibilidad de conseguir plantas ecológicas y a menor coste.
Del mismo modo, como hemos apuntado, sean plantas nativas o no, conviene huir también de las plantas que requieren un riego intensivo. En este aspecto también es clave la distribución de las plantas de forma inteligente nos ayudará a conseguir un menor gasto de agua.
Si adquirimos conocimientos sobre el mejor diseño en función del tipo de plantas y orientación del jardín, lugares de sol y sombra, etc. podremos colocar las plantas de forma estratégica. Y, en todo caso, más vale una zona más reducida, pero controlada y bien planificada, que un jardín grande que requiere de una gran cantidad de agua, mucho trabajo y gasto.
El abono es otro capítulo fundamental para ahorrar. Las opciones son muchas, desde la fabricación del compost casero hasta el aprovechamiento de las cenizas, el uso de estiércol (comercializan un tipo de estiércol controlado a nivel sanitario) y de otros tipos de abonos orgánicos.
También es posible hacer fertilizantes orgánicos con cáscaras de huevo o, por ejemplo, con pieles de plátano, sin necesidad de seguir todo el proceso de fabricación del compostaje.
Los métodos plaguicidas naturales son muy variados. Se consiguen grandes resultados controlando las plagas con plantas o mediante soluciones preparadas con plantas, frutas, hierbas y otros ingredientes bio.
Riego con agua de lluvia
Además de las mil y una posibilidades que nos brinda el reciclaje creativo, invertir también es una buena decisión. Nos ayudará a ahorrar hacerlo en un barril de lluvia que podemos comprar o fabricar nosotros mismos o también en otros sistemas de recolección de agua pluvial. O procurarnos plantas que puedan ser más duraderas, de tipo arbusto, suculentas e incluso arbolitos.
Si invertimos en la creación de un huerto orgánico también sacaremos un partido que abaratará la inversión necesaria para llevarlo a cabo. Al mismo tiempo, podemos usar el huerto como un vergel vegetal que resulte decorativo y, sin duda, nos saldrá a cuenta.
Por último, es importante convertir nuestro jardín en un refugio para la biodiversidad. Entre otras cosas, dando importancia a las malas hierbas, pero de manera controlada, eligiendo plantas que atraigan a polinizadores, poniendo algún que otro nido y comedero para pájaros o colocando piedras o troncos para que pequeños reptiles e insectos encuentren un hogar donde vivir y reproducirse. En muchos casos, además, serán especies vulnerables o en peligro de extinción.