No sólo son perfectas para hacer amigos y para fomentar el hábito de lectura. Estas pequeñas bibliotecas gratuitas, un auténtico fenómeno en Estados Unidos que aspira extenderse por todo el mundo, también animan a leer al aire libre, disfrutando de la naturaleza y reutilizando un libro sin colaborar en la tala de árboles.
La primera se construyó hace ya unos cuantos años en memoria de June A. Bol, en el patio delantero de una casa situada junto al río Hudson, en Wisconsin. Fue un amoroso homenaje de un hijo a su madre, una profesora, y en ella se ofrecían libros de distintas temáticas, especialmente de jardinería, y desde entonces los libros van y vienen.
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